Capitulo 25. La mascara del Silencio
El eco de los pasos se perdía entre las columnas de piedra.
La biblioteca privada de Gabriel Belmont en Lucerna era una de las más antiguas y protegidas de Europa. Custodiada por sistemas de seguridad biométrica, vigilancia de inteligencia artificial, y corredores diseñados para confundir a cualquier visitante no autorizado. Y allí, entre estanterías con libros encuadernados a mano y códices antiguos, Isadora se sumergía en el silencio con la devoción de una alquimista.
No hablaba. No respiraba más de lo necesario.
Solo estudiaba.
Y cada página que pasaba era una piedra más en el camino que la conduciría de regreso… no a su antigua vida, sino al punto exacto donde el sistema que la destruyó caería.
Habían pasado más de dos años desde el accidente. Oficialmente, Isadora Morel estaba muerta.
Su tumba existía. Su certificado de defunción estaba firmado.
Su familia, sus enemigos, sus aliados, todos creían que había desaparecido para siempre. Y ella no iba a corregirlos.
—Aún no —