—Lo que te dije el otro día no era cierto...—habló al fin acercándose a mi.—Te amo y quiero verte todos los días de mi vida.
No pude más y corrí hasta sus brazos abalanzándome hacía ellos sin importarme nada más.
Él logró cargarme estrechándome con fuerza y nos besamos como si no hubiese un mañana.
Creí que estaba soñando, no imaginé volver a sentir sus brazos rodeándome, ni sus besos que eran más deliciosos que el mejor postre del mundo.
Nos besamos hasta que no pudimos respirar y cuando me separé de él comencé a llorar.
—Amor...todos estos días he vivido en agonía porque no te tengo, pensé que me despre