La ex reina peinaba con delicadeza la melena de su hija, siempre había amado eso. Pasar el cepillo por tan hermosa extensión de cabello suave y sano. Oliver y Evangeline habían heredado ese cabello platinado de su esposo y Lucy había heredado su rubio oscuro, aunque ella se empeñe en cubrir su color natural con colores tan extravagantes.
Podía ver que su hija se había vuelto muy bella, pero llevaba esa aura triste y ese gesto de dolor en el rostro que la eclipsaba.
—Liam es un amor —habló su madre sacándola del trance.
—Si ha crecido mucho —sonrió levemente—. Los niños ya están enormes.