Benjamín salió desesperado. Todas las pruebas indicaban que su hija y yo ya no seguíamos vivas.
Sin embargo, todavía no se daba por vencido.
Acudió a numerosos contactos y gastó mucho dinero en la búsqueda, pero las respuestas seguían siendo las mismas.
—¿Cómo es posible? Solo han pasado quince días desde que las vi, ¿cómo pueden estar muertas?
Benjamín regresó al hospital: —¿Quién diagnosticó la leucemia de Bella?
—¡Que salga el médico incompetente!
Benjamín armó un escándalo en el vestíbulo sin ningún tipo de vergüenza.
Los directivos del hospital, al enterarse, lo llevaron a una sala privada inmediatamente.
—Señor Gómez, ¿no está al tanto de esto?
—El 8 del mes pasado, usted siempre se la pasaba al lado de la otra para su operación exitosa. ¿No era cierto que incluso trajo regalos para el personal del hospital?
—Había otra niña, Mía Gómez. Ambas necesitaban el mismo corazón. Fue usted quien nos pidió que le diéramos el corazón a Gloria, ¿lo ha olvidado?
—Durante la operación, Mía su