Al día siguiente, Benjamín pasó toda su mañana sentado en la oficina, sin hacer ningún trabajo.Incluso se tomó el tiempo de ir a la azotea para disfrutar del aire.Si ahora fuera tangible, lo empujaría desde lo alto para vengarme.—Señor Gómez, ¿qué hace aquí? Pronto comenzará una reunión, ¿la posponemos?Benjamín sacudió la cabeza y miró a su secretario Pérez: —Diego, ¿sabes a dónde fue mi hija después de salir del hospital?El secretario Pérez se puso muy confuso: —Es un asunto familiar, no tengo ni idea. Solo sé que su hija tuvo una cirugía exitosa, y fue el 8 del mes pasado.—Todos en la empresa están muy agradecidos con usted y están esperando ansiosos que la señorita se recupere para poder conocerla en persona.—¿Cuándo se operó mi hija? No lo sabía.Benjamín se quedó atónito por un momento, como si sintiera que algo no estaba bien: —Diego, la cirugía del 8 del mes pasado no fue de mi hija.El secretario se quedó con la boca abierta: —Entonces, ¿por qué...?Benjamín parecía no s
Mi hija me apretó la mano cada vez más fuerte.—¿A papá le gusta Gloria? ¡Pero ella me ha hecho bullying, no me gusta! ¿Por qué papá la acompaña? ¿Por qué no me quiere a mí?Era una niña tan pequeña que su único anhelo era el afecto paternal.Y su propio padre le había dedicado todo su amor a su otra familia. Cuando estaba enferma y al borde de la muerte, él ni siquiera tuvo la valentía de verla morir.Incluso un adulto en su caso no podría soportarlo.Solo pude abrazar a mi hija, mirándola con determinación y diciéndole: —Eres un tesoro único en este mundo, y tu padre es un idiota, está siendo el títere de esas dos mujeres.—¡Su amor no vale ni una mierda! Debes creer que en este mundo solo yo te amo, y pase lo que pase, siempre estaré para ti.Mía sonrió vagamente: —¡Siempre confiaré en ti! ¡Y también te amo!No me esperaba que Benjamín fuera al hospital a informarse sobre nuestra situación.Pero cuando el médico lo llevó a la sala de archivos para ver los registros, al ver el nombre
Benjamín nunca creyó en la noticia de la muerte de su hija. Utilizó sus conexiones para buscarnos en todas partes.No esperaba que por fin encontrase alguna pista.Dijeron que me vieron abordar un avión. Luego siguió esa pista hasta encontrar a mi amiga.—¡Devuélveme a Bella y a mi hija! ¿Crees que es divertido jugar con estas cosas?—¿Cree que al mentir sobre su muerte no voy a pelear por la custodia de mi hija? ¡Es ridículo!Mi amiga miró al hombre en su frente y se quedó sin palabras: —¡Eres un imbécil! Este es el certificado de cremación, y aquí están los certificados de defunción de ambas.—Si vas a decir que son falsificaciones, no tengo nada más que decirte. Tanto Bella como Mía están muertas.—Y no eres un buen esposo ni padre. ¿Dónde estuviste todo este tiempo? ¿En qué carajos te habías metido?—Antes no entendía por qué Bella quería divorciarse de ti, pero ahora lo comprendo. ¡Siendo la esposa de alguien como tú no estaría en paz ni cuando muera!Benjamín se quedó paralizado,
Benjamín salió desesperado. Todas las pruebas indicaban que su hija y yo ya no seguíamos vivas.Sin embargo, todavía no se daba por vencido.Acudió a numerosos contactos y gastó mucho dinero en la búsqueda, pero las respuestas seguían siendo las mismas.—¿Cómo es posible? Solo han pasado quince días desde que las vi, ¿cómo pueden estar muertas?Benjamín regresó al hospital: —¿Quién diagnosticó la leucemia de Bella?—¡Que salga el médico incompetente!Benjamín armó un escándalo en el vestíbulo sin ningún tipo de vergüenza.Los directivos del hospital, al enterarse, lo llevaron a una sala privada inmediatamente.—Señor Gómez, ¿no está al tanto de esto?—El 8 del mes pasado, usted siempre se la pasaba al lado de la otra para su operación exitosa. ¿No era cierto que incluso trajo regalos para el personal del hospital?—Había otra niña, Mía Gómez. Ambas necesitaban el mismo corazón. Fue usted quien nos pidió que le diéramos el corazón a Gloria, ¿lo ha olvidado?—Durante la operación, Mía su
Emilia se desplomó aterrorizada en el suelo.Aún insatisfecho, Benjamín intentó golpearla de nuevo. Emilia, angustiada, huyó por donde pudo, y en poco tiempo la sala se convirtió en un desastre.Gloria estaba tan asustada que se encogió en una esquina, sin atreverse a mover.Benjamín se acercó lentamente a Gloria, como un terrible demonio.Con ternura, acarició el pecho de Gloria: —Lo que debería estar latiendo aquí es el corazón de mi hija.—Emilia, después de todos estos años manipulándome, debes estar muy satisfecha, ¿verdad?—Si no hubiera ido al hospital a revisar los registros médicos, nunca habría descubierto que Gloria no es mi hija. Tú y yo tenemos sangre tipo B, ¿cómo pudimos tener una hija con sangre tipo A?—¡Por tu culpa, maté a mi propia hija! ¿Estás contenta?Emilia, al darse cuenta de que él había descubierto la verdad, ya no tenía miedo: —¡Todo se debe a tu estupidez! Qué te crees, ¿un rey? ¿Tengo que servirte?—Con todos estos años a tu lado, no puedo ser tu esposa le
—Emilia, cuando Gloria mejore su salud, las llevaré a viajar por el mundo entero. Dijiste que querías ver las auroras en el Ártico, ¿no?—¿Tu esposa se pondrá celosa de que estés conmigo? ¿Qué vamos a hacer si esto termina en un escándalo?—¡No se va a atrever! —respondió Benjamín, iracundo. Y era verdad que no me atrevería. Mi hija ya había muerto y a mí no me quedaba mucho tiempo. ¿Qué podía ser peor?Con la urna de las cenizas en mis brazos, abrí la puerta de golpe. Ella estaba sentada en las piernas de Benjamín, coqueteándole descaradamente. Al verme, Emilia no se controló en absoluto, sino que rodeó el cuello de Benjamín con sus manos y sonrió con cinismo.—Bella, Benjamín dice que le duele el cuello, así que le estoy dando un masaje. No estarás celosa, ¿verdad?Con una mirada desafiante, me dejó claro que esperaba de que me tragara mi orgullo por la armonía familiar.Benjamín me miró impaciente, como si hubiera interrumpido una reunión importante.—Desp
Benjamín se quedó estupefacto y con los ojos abiertos de par en par. No podía creer que le estuviera proponiendo el divorcio. —Emilia, ¿te has vuelto loca? ¿Divorciarnos?—Benjamín, ¿es que no me oyes? —pregunté, tras tomar una profunda bocanada de aire—. ¡Dije que quiero divorciarme de ti!Después de decir esto, sin darle oportunidad de reaccionar, le arrojé el acuerdo de divorcio que había preparado frente a él.—No quiero ni un centavo de tu fortuna. Me iré sin nada. Solo espero que sea lo más rápido posible. —Hice una breve pausa, antes de añadir—: Si mañana estás libre, vamos a la oficina del Registro Civil. Por un momento, el mundo entero pareció quedarse en silencio.Emilia, por su parte, sorprendentemente se quedó callada. Mientras que Benjamín ni siquiera recogió los documentos del suelo. —¿No te cansas nunca? —preguntó, montando en cólera—. ¿Todo esto porque no le di el corazón a Mía? ¿En serio es para tanto? Gloria lo necesitaba más que ella. ¿Por qué no lo en
Al la mañana siguiente, procuré maquillarme con esmero. En los últimos momentos de mi vida, solo quería verme bonita. Sin embargo, lo estuve esperando en la oficina del Registro Civil. Pero nunca llegó. Ni siquiera respondió mis llamadas. Entonces me comuniqué directamente a Emilia: —¿Benjamín está contigo? ¡Dile que venga rápido para el divorcio!Desde el otro lado de la línea se escuchó la voz muy furiosa de Benjamín: —Bella, ¡no seas descarada! Si firmo, ¡más vale que no te arrepientas!—Si me arrepiento, ¡me comeré mis palabras! —respondí, tranquilamente—. Sé que no quieres venir y enfrentarme, ¡porque eres un cobarde!Y, efectivamente, aunque a regañadientes y para no herir su orgullo, Benjamín finalmente llegó.El proceso fue rápido, sin complicaciones, y al ver por fin el certificado de divorcio, me sentí aliviada. No quería que el nombre de Benjamín quedara ligado a mí, ni siquiera en mi lápida. Sin poder evitarlo, sonreí, mientras que el rostro de Benjamín se osc