Capítulo 7
Desde aquel día, Lilia comenzó a recuperarse poco a poco, mientras yo llevaba ante la justicia a todos los responsables de haberla lastimado.

Le dije a Lilia:

—Cariño, mamá te protegerá y se encargará de hacer justicia.

La pequeña, aunque no entendía del todo, se acurrucó en mis brazos y repetía una y otra vez:

—¡Mamá, mamá, mamá!

Los padres de los niños involucrados llegaron a la puerta de mi casa a rogar desesperados, no querían pagar las indemnizaciones tan caras que pedían los abogados.

Algunos incluso trajeron a sus propios hijos y comenzaron a golpearlos sin piedad frente a mi puerta:

—¡Te dije que no te metieras con otros! ¡Te lo dije!

Los niños lloraban de manera desgarradora mientras los padres imploraban:

—Señora Selena, ya hemos castigado a nuestros hijos. Por favor, perdónelos. Sabemos que usted es una mujer bondadosa. ¡Se lo suplicamos de rodillas!

Sin embargo, yo no cedí.

Jamás perdonaría a quienes lastimaron a mi hija.

En cuanto a Mateo, Renata y Lucas, la familia feliz
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