La rueda de prensa fue otra vez caótica, con empujones, gritos y muchos micrófonos, celulares y cámaras amontonadas frente a mis ojos. Yo parpadeaba admirada.
-Hice mi juego, Horvat fue una rival muy exigente-, decía tratando de hilvanar frases coherentes, pero no podía por el tumulto.
-¿Qué piensas de los desplantes de Evand?-, preguntó alguien.
-No me importa Evand, yo juego por divertirme-, insistía yo.
-Jugarás la final contra Evand ¿podrás ganarle?-, preguntó otro. Los periodistas ya sabían que yo no hablaba inglés.
-Haré mi mayor esfuerzo-, fui diplomática.
- Ella ya te ganó la final de Roland Garros-, me recordó uno más.
-Cada partido es una historia diferente-, recordé sonriente lo que siempre decían los futbolistas.
-El Perú entero delira con tus partidos-, dijo un compatriota.
-Amo a mi país-, respondí orgullosa.
Ashley me jaló del codo. -Disculpen damas y caballeros, pero esta señorita e va a descansar-, anunció y me sacó del gran tumulto mientras yo les reía y