No puedo mover mi cuerpo, siento un peso enorme sobre mi pecho y la cabeza me da vueltas desde hace un par de horas, cuando desperté a causa del malestar.
<<Debo ir a trabajar>>
Evito imaginar el momento en que tendré que ver llegar al señor Frederick a la oficina con una expresión de satisfacción en su rostro. De seguro me entregará más trabajo del necesario o me pedirá repetir veinte veces informes que realicé hace varios días.
Me levanto de la cama sintiéndome débil y mareada, no obstante, me esfuerzo por mantenerme de pie y arrastro mis pies hasta el baño para tomar la ducha que debería haber tomado ayer y que no lo hice por sentirme destrozada y que las palabras “mal hija” se repitieran en mi cabeza una y otra vez.
Me deshago de mi pijama y me coloco bajo la lluvia artificial rogando que el agua se lleve mis sentimientos y pensami