Capítulo 6

LILIBETH

Los labios de Aiden son suaves, fríos y sabe a un ligero toque de alcohol, también saboreo fugazmente el cigarrillo, nunca he sido de las chicas atrevidas, mucho menos de las que actúan por impulso, y ahora estaba aquí, besando a mi mejor amigo, o al menos eso es lo que intento, ya que la brecha que separa mis expectativas de la realidad comienza a ser más notoria cuando de repente rompe el beso apartándose con molestia.

—¿Pero qué m****a crees que haces? —exclama encendiendo las luces de la habitación para luego cerrar con una cortina la cámara y apagar los micrófonos.

—Yo… —me quedo muda.

Intento explicarme, sin embargo, las palabras no brotan de mi boca como me gustaría.

—Esto no está bien —se pasa una mano por el cabello.

Alterado, mirándome como si le diera asco y es eso lo que me pone a la defensiva.

—Oye, lo siento ¿vale? —refuto—. No es para que te pongas en ese plan de peliagudo, solo fue un beso.

La mirada que me lanza me hace cerrar la boca. Jamás me había visto de ese modo.

—No entiendes nada.

—No, no lo hago, eres tan confuso, sí fuiste tú quien me robó mi primer beso ¿por qué actúas así? Me conoces de toda la vida —replico.

—Fue cuando éramos niños, ahora es diferente —suspira lleno de exasperación—. Escucha, sé que piensas que oculto no sé qué, pero esto es todo ¿sí? No hay más, este sitio es de mi padre, lo administro cuando él no está en el país.

—Siento que no te conozco nada.

—En cambio yo sí que te conozco —apunta con seguridad.

Es el tono que usa el que me hace fruncir el ceño.

—¿A qué te refieres?

—A qué me has besado porque estás dolida por lo de Xander, porque no aceptas la idea de que quiera cuidarte, de que la escuela no te dijera nada para protegerte.

«Querrás decir vivir engañada»

—Te sientes confundida y por eso me besaste, pero no está bien, no…

—¿Y qué sabrás tú? —manifiesto en el mismo tono glacial—. Tal vez lo hice porque me gustas, tal vez fue porque llevo enamorada de ti desde que era una niña, tal vez solo anduve con Xander porque había que probar que lo que tenía contigo era algo pasajero, quizás nunca te he podido superar y me sentí con la estúpida necesidad de por primera vez en la vida hacer lo que realmente quiero, y eso fue besarte Aiden.

Siento que poco a poco me he quedado sin aire, como si la carga que aplastaba mis hombros por fin me liberara, y es que lo que acabo de decir es cierto, sigo sintiendo cosas fuertes por Aiden, y nada tiene que ver Xander, porque pese al engaño le quiero mucho, más no lo amo. Esa es la realidad.

—Sigo enfadada contigo, no lo niego, pero…

Los ojos de Aiden adquieren un color sombrío, de repente su mirada cambia con fugacidad y creo que he olvidado cómo se respira, porque lo que veo en sus pupilas es el rechazo, no la aceptación.

—Lo que dices son tonterías —arguye y veo la lucha interna a la que se somete—. Y aunque fuera cierto debes saber que no te convengo.

—Aiden —intento mermar el espacio entre los dos, no obstante retrocede dejándome helada.

—Es mentira.

—No, no lo es —trago grueso.

—Cometes un error de ser así, por Dios Lilibeth, me conoces o dices hacerlo, sabes que no voy de relaciones serias, no soy de una sola mujer, me gustan las chicas, me encanta follar —su pecho se agita—. Jamás he tenido novia por esa razón, y tú no eres mi tipo, me van las putas, tú no lo eres.

—Pero me amas, eso no lo puedes negar —digo con voz vacilante.

—Lo hago —merma el espacio y toma mi rostro con ambas manos—. Te amo, te amo, joder que sí lo hago, y puede que algunas veces te sobreprotejo como la m****a, pero es porque te veo como a una hermana, eres mi princesa, mía, de nadie más y por ello soy así de posesivo contigo.

Miente, lo veo en sus ojos.

—Tienes que entender que soy un cabrón, un gilipollas con el resto del mundo, trato mal a las mujeres que me desean, las follo, no me enamoro y solo juego con sus sentimientos porque ellas lo permiten —me dice envolviéndome en un tierno y fraternal abrazo de oso que me rompe poco a poco—. Ellas obtienen al villano pero no tú, Lilibeth, tu tienes al príncipe azul, al rey que pone a tus pies el mundo entero, porque te amo, porque…

Mi corazón se rompe, Aiden me estaba rechazando de la manera más amable porque éramos amigos, miente, eso es lo que quiero creer. Me aparto de él y frunzo el ceño.

—Dilo de frente —replico observando su rostro monótono e inexpresivo.

Se queda en silencio un par de segundos, su mirada me avisa que está a punto de lanzar una nueva mentira, si algo he aprendido todos estos años, es a leer a Aiden King.

—No te amo de manera romántica, Lilibeth, no te deseo y tampoco te miro como mujer, solo como mi hermana pequeña —confiesa.

«Bien, si quieres jugar»

—Vale —respondo con una mirada agridulce.

—Lilibeth.

—¿Puedes llevarme a casa? —le pregunto cambiando de tema y optando por una actitud fría y distante.

—Bien.

Aiden me da la espalda intentando esconder lo que sea que me oculte y se dirige a la puerta.

—Andando.

Salimos del sitio pervertido, esta vez no me toma de la mano como al principio, bajamos las escaleras en silencio hasta que una mujer nos intercepta, la misma a la que le pregunté por él.

—Jefe, buenas noches —le ronronea como p**a.

La miro de arriba abajo comprobando que en definitiva es el tipo de Aiden, por la mirada que ella le lanza y el modo en el que él le responde, doy por hecho que ya se han acostado. Se despiden con mucha cercanía.

—Hasta luego —me dice la tipa pero no le respondo.

Salimos del lugar caminando hacia su auto. La noche es fría.

—¿Te acostaste con ella? —la pregunta sale de mi boca como vómito verbal.

No me responde, nos subimos al auto y me coloco el cinturón de seguridad.

—¿No me vas a responder?...

Enciende en motor.

—Aiden…

—Sí —responde pisando el acelerador—. Hace unos días me la follé por el culo y me encantó, luego me hizo una mamada que me dejó satisfecho.

—No tienes porque ser tan imbécil.

—También me follé a la mesera, tiene unas tetas deliciosas… porque eso es lo que me gusta, las mujeres con experiencia y no vírgenes mojigatas que viven dentro se la fantasía estúpida de entregarse al indicado.

—No sigas —los ojos me pican y se me van llenando de lágrimas.

—¿Por qué? Eso es lo que querías ¿cierto? Respuestas, pues ya las tienes.

—No…

—Me van las p**as, me encanta el Voyerismo y tú no me interesas del modo que quieres, no, yo solo te veo como la niña con la que crecí y ya —sigue, apretando el volante y aumentando la velocidad—. No soy el bueno, Lilibeth, ya debes entenderlo de una p**a vez, no soy el que te va a honrar o serte fiel.

—No sigas —sollozo.

—Si tú y yo cometiéramos el error de iniciar una relación, te sería infiel todo el tiempo, nada cambiaría porque así soy…

—¡Basta!

—¡Es que tienes que entender que no me interesas!

Ambos gritamos al mismo tiempo que frena frente a su casa. Nuestras respiraciones son aceleradas y siento el latir frenético de mi corazón.

—Lilibeth.

—No… no hace falta que digas nada.

—Escucha yo no…

Me quito el cinturón de seguridad y abro la puerta del carro.

—Gracias por traerme a casa.

Salgo y prácticamente corro hacia mi casa, entro y subo las escaleras con prisa, entro a mi habitación y cierro con pestillo dejándome caer, queriendo amortiguar mi sollozo con la palma de mi mano. Aiden jamás me había hablado de ese modo.

«Aiden idiota»

Me doy una ducha, me pongo un pijama cómodo y enciendo mi laptop, tecleo metiéndome a mi cuenta de I*******m al tiempo que mi móvil suena, miro la pantalla y noto que es un número desconocido, lo ignoro pero es tanta la insistencia que termino respondiendo de mala gana.

—¿Qué?

—¿Así le respondes a todo el mundo?

Reconozco esa voz ronca.

—Jonathan Baiden —afirmo—. ¿Cómo has conseguido mi número?

—Pensé que te habías olvidado de mí —ríe—. Y se dice el pecado, más no el pecador.

—Cómo olvidar al tipo que me besó y me convirtió en una paria de la Universidad —blanqueo los ojos.

Pongo el altavoz mientras reviso mi sección de noticias.

—Vale, fui un idiota, lo confieso, y es por eso que te lo quiero compensar.

—¿Así? —me muerdo el labio inferior—. ¿Cómo?

—Invitándote a salir, mañana ¿qué dices?

Intento mandarlo a la m****a pero me llega una notificación sobre un nuevo post de la página de chismes de la Universidad en donde suben un en vivo en el que aparece Aiden en un club nocturno al que solemos ir todos, besándose con Silver. La barbilla me tiembla y cierro el portátil reprimiendo mi llanto.

—¿Lilibeth, sigues ahí?

Aiden quería jugar, bien, entonces jugaremos.

—Sí.

—¿Entonces qué dices?

Respiro profundo y respondo.

—Acepto, mañana tú y yo saldremos.

Le voy a demostrar a Aiden que no me puede romper tan fácil.

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