La Semilla del Futuro
El reino de Veridia, ahora unido bajo el estandarte de la Reina Kaida, florecía. La purga del antiguo régimen había limpiado las sombras, y la reconciliación con la nobleza había forjado un lazo de confianza. Las reformas de Kaida, basadas en la igualdad y la justicia, habían transformado un reino oprimido en un faro de esperanza.
En la sala del trono, Kaida se sentó en su trono, el códice de las visiones en sus manos, su rostro sereno, pero sus ojos brillando con la luz de un futuro prometedor. Conan, Orlo y Gonzalo, sus compañeros de armas y de corazón, la observaban con orgullo. El Conde de Valois, ahora un consejero leal, se mantenía a su lado, su presencia un testamento a la redención.
—Mi Reina, el reino está en paz —dijo Conan, su voz grave—. El pueblo confía en usted. La nobleza la respeta.
—Los reinos vecinos han enviado embajadores —dijo Orlo, su voz era un murmullo—. Quieren establecer alianzas con Veridia. Quieren aprender de su sabiduría.
Gonzalo as