Estábamos en el hospital. Todos, incluyendo Pirim. Alice no paraba de llorar, ahora que ya estaba consciente entendía la gravedad del problema; me iba a suicidar delante de mi hermana, eso la habría destrozado.
Un señor mayor rubio canoso con ojos azules llegó con Linda.
— Él es el doctor Slucher, tu nuevo psiquiatra. —Dijo Linda.
Miré al doctor, se me hizo familiar.
— ¡Hola! Verena es tu nombre, ¿no?.—estaba viendo mi récord.