"Hana"
Jalé una silla y me senté frente a Suzy. Miré bien su cara. Su mirada hacia mí era de odio, como si yo fuera la cosa más asquerosa del mundo.
—¿Feliz de verme, mamá? —Pregunté con la ironía goteando en mi voz.
—¡Zorrita! ¡Es todo culpa tuya, Hana! ¡Todo! Te odio, siempre te odié, ¡no tienes idea de cuánto te desprecio! —Suzy me gritó.
—Para que veas, Suzy, yo te amé un día, sabes. Te amé, porque me pusiste en el mundo, sabes esa obligación que uno siente de amar a quien lo parió. Pero y qué, hasta las cobras tienen crías, ¿no es así?
—¡Eres solo un montón de mierda, Hana! Solo me serviste para un propósito y ¡solo no te maté porque Gregorio me convenció de que dos ataques cardíacos parecería sospechoso!
—Ah, Gregorio, ¡ese santo del palo hueco! Pero ya me despedí de él, mi asunto ahora eres tú, ¡maldita asesina!
—Ah, ¡ya sabes que maté a tu papito! —Soltó una carcajada—. ¡Aquello fue tan delicioso!
—Pues sí, Suzy. Y no te amo desde hace mucho tiempo, porque me desobligué