"Frederico"
Ya había vuelto a mi celda, pero todavía estaba con muletas y con la pierna enyesada. Por lo menos me cambiaron de pabellón y ya no estaba con esos sádicos que me dejaron así ni con Domani, que había aceptado que era el florero y ahora era la perrita de Ferrolho y hacía todo lo que él mandaba. Pero yo no, no tenía vocación para ser perrita, lo que me gustaba de verdad era sembrar el terror y si Hana estaba pensando que me había olvidado de ella, mejor para mí, porque cuando acabara con ella de una vez ni iba a saber de dónde salió lo que la golpeó.
—Vamos, mula coja, ¡tienes visita! —el guardia llegó a la puerta de la celda y comenzó a destrabar—. No sé cómo consigues pagar a ese abogado caro que logra mandarte unas visitas fuera del horario de visitas.
—¡Ni vas a saber! ¡No es de tu incumbencia! —respondí, estaba cada día más irritado.
—¡Controla tu lengua, vagabundo! Esto aquí no es hotel. Es un lujo, lo sé, pero no es hotel y si abusas mucho, ¡te mando al castigo! —h