"Fernando"
Desperté por la mañana y no sentí a mi prometida en la cama. Aún estaba un poco cansado, los dos últimos días habían sido muy agotadores, pero abrí los ojos y vi a Melissa organizando nuestra ropa y sacando de la maleta la ropa que usaríamos. Me levanté y fui hacia ella.
—Oye, ¡mañana de compromiso! Deberías estar en la cama conmigo. —Besé su cuello y dejó de tocar la maleta.
—Dormimos mucho, príncipe, necesitamos regresar. —Parecía casi frenética.
—No necesitamos, abejita, hoy es sábado. —La jalé de vuelta a la cama.
—Exactamente, hoy es el día de esa fiesta ridícula de la farmacéutica. —Habló y me reí.
—Abejita, el tío Álvaro ya me liberó, mi papá va a estar ahí. —Garanticé.
—¡Pero quiero que estés ahí, príncipe! —Insistió.
—Dios mío, ¿por qué quieres mandarme a la guarida de los leones? —Me dio gracia que insistiera en ese asunto.
—Para pasar un recado, no les tengo miedo y no pueden separarnos. Además, estoy mandando un caballo de Troya para allá. —Sus ojos bril