"Flavio"
Mi padre estaba sentado en una silla cerca de la puerta de mi oficina. Vistiendo su caro traje de tres piezas, desentonaba con el ambiente. Pero estaba allí con esa expresión estoica. Yo sabía que era un hombre con una misión. Él no desistía de las cosas fácilmente.
— ¡Papá! ¿Me esperas desde hace mucho tiempo? Deberías haberme llamado —dije tratando de ser cordial.
— No hace ni cinco minutos que llegué, Flavio. Quiero hablar contigo y seguramente ya sabes el asunto —mi padre era un hombre de unos sesenta y seis años, pero muy imponente y extremadamente activo, lo que lo hacía parecer más joven incluso. Pero también era directo y objetivo.
— Vamos a mi oficina —señalé la dirección y tuve que contenerme para no salir bufando y refunfuñando como un chiquillo.
Mi padre miraba alrededor de mi oficina con desdén, como si evaluara cada objeto allí con desprecio.
— ¿Cómo están las cosas en Campanario? —intenté ser cordial, pero cuando mi padre estaba de mal humor olvidaba los b