"Cándido"
Una vez leí en algún lugar que "el amor tiene razones que la propia razón desconoce", no recordaba dónde lo había leído, pero el autor tenía razón cuando escribió eso. Estaba parado ahí, escondido entre los árboles, viendo a esa joven prepararse para entrar a esa capilla para casarse. De la misma manera estuve ahí hace treinta años, viendo a su madre, la única mujer que amé en la vida, prepararse para entrar a esa misma capilla y casarse con otro hombre.
Dios, ¡cómo se parecían! Manuela era igual a su madre hasta en los gestos. La forma como sonrió y se volteó para arreglar el velo, fue exactamente así como lo hizo su madre, era como si hubiera sido transportado en el tiempo. Y fue en el momento en que Azucena dio esa sonrisa que decidí dejarla casarse.
Había ido hasta ahí con la intención de robármela antes de la boda. La llevaría de ahí, la encerraría, hasta que volviera a verme, hasta que me amara. Pero en el momento en que vi esa sonrisa, me di cuenta de que ya no tení