"Cándido"
Pero la niña Manuela era realmente muy bonita. Estaba cabalgando por la plantación y pensando en la suerte que tuve. Rita no valía nada de verdad, estaba vendiendo a la muchacha. Cuando me buscó y propuso casar a Manuela con mi hijo, pensé que sería una buena salida, quién sabe si él se calmaría y pararía con el derroche de mi dinero en las parrandas y burdeles de los alrededores. Pero cuando vi a esa niña, no tuve dudas, yo era quien me casaría con ella. Ahora estaba ansioso como un muchacho. A ver, iba a acelerar esa boda para el día siguiente, que Rita pataleara por ahí.
Regresé a la ciudad, pero antes de llegar al registro civil encontré al delegado. Ese mandadero, solo hacía lo que la mujer le mandaba y lo que mi dinero compraba. Era bueno que fuera así, pues mi hijo siempre se metía en problemas y yo también tenía los míos que encubrir, principalmente de los tipos de los que necesitaba deshacerme.
—Cándido, qué bueno que lo encontré. —El delegado Rogério habló.
—¿Qu