"Manuela"
No pegué ojo en toda la noche. Pero además, aunque hubiera querido, el Sr. Cándido ronca como un escape roto, nunca vi cosa igual. Cuando despertó yo estaba sentada en la cama de espaldas a él.
—¿Ya despertaste, Manuela? Te levantas temprano. —Comentó y yo solo podía pensar "ah, claro, porque dormí como una reina escuchando tus ronquidos". ¡Ay, qué rabia me da este hombre!
—Sr. Cándido, por favor, déjeme irme. Nunca me voy a casar con usted, no hay forma en el mundo de que mi madre me convenza de eso. —Me levanté y lo miré.
—Niña, niña, te voy a domar. —Se rio como un idiota. Quería tirarle cualquier cosa en la cabeza, a ver si despertaba de ese delirio. —Mira, Manuela, te voy a decir algo, conozco a Rita desde hace mucho tiempo... —Empezó a hablar.
—¡Ah, claro, usted hasta ya fue amante de ella! Realmente, usted sin duda la conoce desde hace mucho tiempo y la conoce muy bien. —Estaba poseída de rabia, ni sabía de dónde me salía el valor para decirle todo eso.
—Entonces