"Heitor"Estábamos sentados en la sala coordinando un paseo y mi hermana hizo una videollamada para sus hijos.—¡Hola, mamá! ¿Dónde están ahora? —Clara contestó con ojos brillantes e inocentes, pero yo ya no creía en tanta inocencia.—¡Hola, querida! Estamos en Madrid, esperando la conexión. ¿Se están portando bien? —Hebe tenía una expresión ligera y relajada.—Yo siempre me porto bien, mamá. Ya Enzo, ya sabes, es un chico adolescente, no se puede esperar mucho de él. —Clara habló con desdén, haciéndome sonreír.—Deja de ser ridícula, Clara. Soy un joven educado, mamá. Siempre me comporto como un caballero. —Enzo protestó.—Excelente, sigan así para que mamá pueda viajar más veces. —Mis ojos se abrieron como platos, apenas se había ido y ya tenía planes de irse de nuevo—. Déjenme hablar con sus tíos.Sam y yo tomamos la tablet y conversamos un poco con Hebe y Edu, pero sentí un codazo insistente en mis costillas, Clara estaba inquieta, decidí poner fin a esta disputa.—Hermana,
"Heitor"Llegamos al refugio y había muchos animales. Clara se emocionó y hasta se puso un poco triste, lo que me conmovió. Iba pasando entre las jaulas y jugando con los perritos que se acercaban a la reja.En la última jaula vio un perro grande acostado al fondo. Tenía ojos redonditos y tristes, orejitas caídas, pelo corto y era negro, con una manchita blanca que bajaba entre los ojos hasta el hocico y una patita blanca. Estaba solo en esa jaula.Clara se agachó y pidió al encargado que abriera la puertecilla. Cuando la abrieron, Clara gateó hasta el fondo y pasó la mano por el perro, que la miró ladeando la cabeza. Ella le dijo algo muy bajito en la oreja y él la olfateó y se levantó. Ella salió y él salió con ella.—Listo, tío, ¡es este! —Abrazó al perro por el cuello, era casi de su tamaño, le llegaba por encima de la cintura, y él lamió su carita haciéndola reír—. ¿Cómo se llama, señor?—Este es Trufa. Es un perro adulto, pero todavía joven, tiene un año y medio. Vino al ref
"Samantha"Tenía tres perros en casa corriendo de un lado a otro, una niña detrás de ellos, un adolescente conversador, un novio con las manos inquietas y un almuerzo dominical que preparar. Administrar todo esto era bastante complicado.Invitamos a nuestros amigos a un domingo de asado y piscina, y le dije a Enzo que invitara a Luna y a su hermana. Aproveché y llamé a Vini que tenía el día libre. Sería un día muy divertido.Pronto llegaron Patricio y Virginia, y Catarina y Alessandro con Pedro y el cuarteto fantástico. El alboroto fue creciendo, porque Pedro se encantó con los perros y ya estaba rodando por el césped con ellos y con Clara.—Sam, ¿tres perros? —Catarina me miró impresionada.—Amiga, unos tienen bebés, otros tienen perros. —Reímos juntas—. Pero solo Canela es mío, los otros son de Enzo y Clara.—¿Y Hebe sabe de esto? —Melissa preguntó llegando detrás de nosotras.—Ella sabe que tendría un perro pequeño, pero Clara y Enzo consiguen todo lo que quieren de Heitor. —
Llegué a casa completamente agotada después de un día interminable. Entre la universidad y el trabajo, mis energías estaban por los suelos, pero, nada más entrar, vi que mis padres me esperaban en la sala con una expresión seria.—Siéntate, Catarina. Necesitamos hablar —dijo mi padre, visiblemente nervioso.—¿Qué pasa, papá? —pregunté con desgano. Lo único que deseaba en ese momento era darme una ducha y desplomarme en la cama. Sin embargo, sabía que algo importante estaba por suceder.—Llegó la invitación de la boda de tu prima —soltó mi madre, sin más preámbulos.—¡Esa no es mi prima! —respondí, alterada.—Catarina, te guste o no, ella es tu prima —insistió mi madre con firmeza—. Es hora de que dejes esa actitud infantil. Melissa ya armó un escándalo aquí en casa. ¡Ya es suficiente! Es la hija de mi hermana, por lo tanto, es tu prima.—Discúlpame, mamá, pero para mí ella ya no significa nada —repuse, intentando mantener la calma—. Se acostó con mi novio en mi propia cama. ¡Eso
Pero no hubo escapatoria. Meli me arrastró literalmente a la fiesta, en donde, nada más entrar, me llevó directo a la barra y me susurró con complicidad:—Esta noche es barra libre, ¡vas a ahogar todas tus penas de una buena vez! —exclamó, mientras me entregaba dos shots de tequila y sostenía otros dos en su mano—. ¡Vamos a darle con todo! Nos bebimos los tequilas de un solo trago, y Fernando ya nos estaba sirviendo sendos Cosmopolitan. Un momento después, Meli me jaló a la pista de baile y para mi sorpresa, empecé a disfrutar. Cuando sonó una música más lenta, Nando y Meli se abrazaron para bailar y yo aproveché el momento para escabullirme hacia el buffet. Sin embargo, nunca llegué.Una mano me jaló suavemente, y, al voltear, me encontré con un hombre con una máscara negra que me sonreía de una manera completamente irresistible. Besó mi mano con un gesto galante y me atrajo hacia él susurrando con una voz ronca que me erizó la piel:—La mujer más hermosa del salón no me puede
El lunes, durante el almuerzo, Meli me entregó una pequeña bolsa de una tienda de lujo, la cual miré con desconcierto.—Mi mamá me pidió que te lo diera —me dijo con una sonrisa radiante—. Dice que te queda perfecto y que a ella ya no le va.Al abrir la bolsa, encontré el perfume que había usado la noche del baile y no pude evitar sonreír. Había adorado ese aroma y ahora era un recuerdo de la mejor noche de mi vida. Sin embargo, un pensamiento me cruzó por la mente: esperaba que esa noche inolvidable no me hubiera dejado como «regalo» alguna enfermedad venérea.Con esa idea en la cabeza, le agradecí a Meli y le comenté que más tarde llamaría a su madre para agradecerle, pero primero necesitaba contactar un laboratorio para hacerme unos análisis.Cuando llamé, me informaron que requería una orden médica para el seguro me cubriera los exámenes. Gracias a Dios la empresa nos proporcionaba cobertura médica a todos los empleados; de lo contrario, no sabría qué hacer. Mi sueldo era basta
El día de mi graduación, Pedro ya tenía dos años. Era un niño hermoso que caminaba por todos lados, siempre pegado a su abuelo. De hecho, «abuelo» fue su primera palabrita. Con su cabello negro bien lacio, piel clara, una naricita respingada y unos enormes ojos azul violeta que me hacían suspirar, era literalmente mi sol. Y ahora tendría más tiempo para dedicarme a él.Después de la ceremonia de graduación, mi jefe me llamó para tener una conversación. Era un jefe extraordinario que me había demostrado verdadero aprecio. En la reunión, él me explicó que estaba muy satisfecho con mi trabajo en la constructora, pero sabía que yo merecía mucho más, por lo que me aconsejó buscar trabajo en mi área profesional para asegurar un mejor futuro para mi hijo. Así también me garantizó que mi puesto seguiría disponible si las cosas no resultaban como esperaba, lo cual me dio total tranquilidad, y, emocionada, acepté su consejo.Cuando le conté a Meli, inmediatamente, se ofreció a ayudarme. Habló
A la mañana, siguiente, llegué a la empresa, puntual, a las ocho de la mañana. La señora Mariana me recibió con una cálida bienvenida y se encargó de presentarme a todo el equipo. Todos fueron extremadamente amables conmigo, aunque el jefe aún no estaba en la oficina, ya que se encontraba de viaje y regresaría hasta el fin de semana.La oficina era impresionante. Un diseño moderno que combinaba perfectamente el blanco, con el acero inoxidable y los detalles en verde. Lograba ser profesional y acogedora a la vez, con un toque de elegancia que me cautivó por completo. Y me sentí particularmente satisfecha por mi elección de vestuario: un traje negro impecable, con una blusa de satén verde oscuro y unos tacones negros que complementaban el conjunto a la perfección. Consciente de que ahora trabajaría directamente con el presidente de la empresa, sabía que debería mantener ese nivel de elegancia todos los días.A media mañana, recibí un mensaje de Meli, en el que me informaba que había