“Alessandro”
Cuando Catarina y yo caímos exhaustos en la cama, el sol ya brillaba en el cielo. Hicimos el amor por mucho tiempo, la besé, la toqué, la amé, en cada milímetro de su cuerpo. Nos entregamos completamente y sin pudor al amor que nos consume, porque ahora tengo la certeza de que el mismo amor que hace latir mi corazón y me roba el aliento, ella también lo siente.
Dormí con mi amada Catarina en mis brazos, exhaustos por el placer al que nos entregamos y por la felicidad de estar juntos. Pero estaba eufórico, ella estaba otra vez en mis brazos, así que el sueño no me mantuvo cautivo por mucho tiempo.
Sin embargo, cuando desperté, fui golpeado de lleno por la realidad. Mi felicidad no duró mucho. Desperté solo en la cama, me levanté de un salto mirando por la habitación, aferrándome a la idea de que quizás ella estuviera en el baño o en la cocina, pero encontré una nota sobre mi mesa de noche.
Tomé la nota con manos temblorosas, ella se había ido.
“Alessandro,
Despiertas mi cue