UN ÁNGEL EN GARANTÍA. CAPÍTULO 3. La princesa prometida
UN ÁNGEL EN GARANTÍA. CAPÍTULO 3. La princesa prometida
Sarika estaba sentada en el suelo de su pequeño cuarto, iluminado apenas por la luz que entraba por la ventana alta y sucia. Tenía la mano derecha envuelta en una toalla húmeda, presionando sobre la cortadura que se había hecho recogiendo los pedazos del plato que Dorina había tirado al suelo.
—Bonito agradecimiento —murmuró, aunque era evidente que su hermana no era capaz ni de agradecer la comida que ponían en su plato y que la mantenía viva.
Con una mueca de dolor se limpió la sangre seca y sacó un rollito de vendas que había guardado en su cajón de cosas útiles —una mezcla de curitas, agujas, hilo y jabón barato—. Se vendó la mano con movimientos torpes y exhaló un suspiro. A su alrededor, todo el cuarto olía a desinfectante y pan horneado.
Alzó la mirada y sonrió con tristeza. En una bandejita, bien cubierta con una servilleta, estaban las seis empanadas que había logrado salvar del suelo.
—Regla de los cinco segundos —dijo