Constanza
—Esperen, no, no podemos…
Intento girarme hacia Damon para escapar de esta tentadora situación, pero él me presiona los hombros para que no pueda escapar.
—No, mi pequeña —me susurra al oído—. Tienes que enfrentar esto.
—Están tan enfermos —gimo.
En el instante en que quedo en medio de ambos, mi mente se nubla por completo. Esto es tan incorrecto que sé que, si dejo que continúe, voy a condenarme al infierno. Sin embargo, la mezcla de sus aromas masculinos y su calor me deja sin aliento.
Los labios de Cillian se encuentran con los míos, haciéndome estallar de deseo. Damon, por su parte, me sube lentamente el vestido hasta dejar al aire mis muslos, que quisiera entregarle ahora mismo.
Quiero que él tome lo que hasta este momento le ha pertenecido solo a Cillian.
—¿Por qué tienen que hacerme esto? —jadeo.
—Porque no puedes estar sin ninguno de los dos —me responde Cillian, bajándome los tirantes del vestido para liberar mis pechos.
—Deberíamos parar —gimoteo, cegada de deseo—.