"Manuela"
Cuando Melissa me dejó en el edificio de Flávio, me depilaron, maquillaron y peinaron. Llevaba lencería preciosa y sexy, un vestido nuevo y unos tacones que me hacían sentir como una gigante. Fuimos al centro comercial y luego a un spa donde me sometió a todos los tratamientos posibles que, según ella, me harían irresistible. Lo mejor fue el baño de sales con pétalos de rosa, que estaba delicioso. Cuando estuve lista, me sentí realmente hermosa.
Me detuve en la puerta del apartamento y respiré hondo.
"¡Ha llegado la hora, Manuela, sé valiente! Sé la Manuela fuerte y segura que llevas dentro. Y si aparece la Manuela reprimida y temerosa, dale un puñetazo en la cara hasta que se quede quieta, acurrucada en un rincón de tu cabeza", me dije, y, armándome de valor, toqué el timbre. Flávio abrió la puerta y yo no pensé en nada más. Estaba guapísimo con un pantalón de vestir negro y una camisa azul marino de manga larga con algunos botones desabrochados. Tragué saliva con dificulta