“Enzo”
Ser estudiante se hacía cada vez más difícil. La profesora de portugués decidió mandarnos a leer un libro casi imposible de encontrar. Tuve que ir corriendo al otro lado de la ciudad porque, de todas las librerías del centro comercial, solo esta lo tenía. Todos se quejaban de no poder comprarlo porque no lo encontraban. Estuve dos días al teléfono y por fin lo encontré. Así que me apresuré a conseguir el mío y evitar suspender el examen que la profesora ya había anunciado que me haría.
Pero como estaba en el centro comercial, iba a dar un paseo. Primero, compré el libro. Lo había reservado, pero ¿y si alguien vendía mi ejemplar sin querer? Así que fui primero a la librería. Al salir, pasé por la zona de restaurantes y vi a la tía Perla en una cafetería cercana. Tuve que saludarla.
"¡Qué casualidad! Tía Perla, ¿cómo estás?". Me acerqué y vi que la acompañaba una mujer más joven, incluso guapa, pero extraña. —Enzo, querido, ¡qué sorpresa! Estás tan lejos de casa. —La tía Perla se