Llegué al edificio de Alessandro y me impresionó el lugar; la fachada era hermosa y muy moderna. Me identifiqué y el portero me abrió. En el ascensor, comencé a repasar mentalmente todo lo que haría para atormentar a mi jefe.
Mel y yo nos quedamos despiertas hasta tarde eligiendo ropa, zapatos, lencería y planeando la estrategia de seducción, como ella la llamaba.
Me convenció de ponerme un vestido naranja, un color brillante y llamativo. Dijo que contrastaba con mi piel clara y mi cabello oscuro y me hacía lucir radiante. Era un vestido hasta la rodilla, ajustado, con una abertura a cada lado, de modo que al sentarme se veían demasiadas piernas; tenía escote cuadrado y tirantes anchos. Eligió un conjunto de sujetador y braguita de encaje blanco y cinta, unas sandalias negras de tiras súper altas y me peinó con un semirecogido con dos mechones sobre la cara. Me maquilló de maravilla, dejándome muy natural. Y según Melissa, estaba lista para volver loca a cualquiera. Así que aquí estoy