Había estado en casa con mis bebés durante una semana y después de todo lo que pasó en el hospital, tenía miedo de salir con ellos, así que el Dr. Molina venía todos los días a ver cómo estaban. Estaban bien y se desarrollaban normalmente.
Alessandro contrató a dos niñeras recomendadas por Lygia para ayudarnos. Mis padres ya habían regresado a Campanário y estábamos estableciendo una rutina. Pedro estaba lleno de alegría y amor con sus hermanitos y todas las noches nuestros amigos venían a cenar y a estar con sus ahijados.
-Mira, me parece absurdo que ya hayas elegido a Flávio para ser el padrino de Santiago. Y aquí seguimos en suspenso. – se quejó Patrick.
-No sé de qué te quejas, Patrício. Al menos tendrás uno. ¿Y yo? – Melissa continuó dramática.
- ¡Oh, mi psicópata favorito, ya tienes a Pedro! – le recordó Alessandro.
- ¡Lo sé, payaso! ¡Y amo tanto a mi pequeño! – Melissa sostenía a Pedro en su regazo y lo colmaba de besos, haciéndolo sonreír. – Pero queríamos uno más en nuestro e