Después de recibir muchos abrazos y escuchar varias veces que todos estaban felices y aliviados de que Pedro y yo estuviéramos a salvo, Alessandro me llevó a la habitación de Patrício.
Metí a Pedro, que estaba profundamente dormido, en una de las camas que aún quedaban y lo tapé, pero antes de eso noté una marca en su tobillo derecho, no entendí eso.
-Alessandro, ¿qué es esa marca que tiene Pedro? – Imaginé que Alessandro tenía más información, ya que estaba siguiendo todo.
Alessandro miró a nuestro hijo dormido y pasó sus dedos suavemente sobre la marca, como si pudiera hacerla desaparecer con su tacto y suspiró. Agarró una manta y cubrió a nuestro hijo, besándole la frente, y me llevó al sofá, haciéndome sentar en su regazo.
- Ángel mío, las condiciones en las que se encontró Pedro eran terribles. Según me dijo el oficial Moreno por teléfono, no hay otras marcas en su cuerpo ni lesiones, lo que indica que no fue agredido físicamente. Pero estaba encadenado al pie de una mesa. –Mient