“Celeste”
Ay, tenía mejores cosas que hacer un sábado por la mañana, pero Junqueira decidió darle una idea a su hija y me molestó para que fuera a la prueba de su vestido de novia. Ya había estado allí el día que eligió esa horrible carpa a la que llama vestido.
No entiendo por qué esta idiota ahora se cree su secretaria y no para de darme la lata con esta boda, llamándome a todas horas y diciendo que necesita que haga algo por ella. Y lo peor es que Junqueira cree que tengo que seguir adulándola.
Solo hago cosas porque me paga, si no, ya habría mandado a su ridícula hija y a su asquerosa madre al infierno. Las dos son horteras, van mal vestidas y son horteras.
Llegué a la tienda y esperé a esos dos idiotas unos veinte minutos. Creen que es elegante llegar tarde a todo. ¡Qué demonios! Cuando llegaron, la encargada de la tienda dijo que tendríamos que esperar, porque todas las asesoras estaban atendiendo a las novias que llegaron a tiempo.
Claro, esa niña mimada ridícula montó un espec