Volví a dormir mal y a llorar hasta quedarme dormido, tras descubrir que Alessandro había estado con la insufrible Ana Carolina mientras me pedía perdón sin parar. Estaba agotado, sin energías para nada.
No había pasado mucho desde que empecé a trabajar; estaba en mi escritorio hablando con mi jefe y Virginia. Y ella hablaba emocionada.
—Jefe, a su esposa le va a encantar el bar de mi hermano. Tiene que llevarla.
—Parece que el bar de su hermano se va a convertir en su lugar favorito. —dijo Mauricio sonriendo.
Melissa llegó, se interpuso entre nosotros y parecía tener prisa por decirnos algo.
—Disculpe, Mauricio, ¿puedo hablar con ustedes un momento? —dijo.
—Claro, Melissa, no dude en hacerlo. Me están convenciendo de que lleve a mi esposa al bar del hermano de Virginia. —Ah, y deberías, me dijiste que a tu esposa le encanta bailar, ¿verdad? Es muy divertido allí —dijo Melissa con amabilidad.
—Mira, jefe, solo dímelo y le diré a mi hermano que te reserve una mesa increíble. Si son sol