— ¿P-Por qué tie…tienes mi camisa? —pregunté, con voz temblorosa.
— ¿Qué paso? —cuestionó asustada—. Por qué estoy en esta cama y con tu… ¿Dónde esta mi ropa interior?
Salí corriendo de aquel cuarto, no queriendo saber nada más, quería huir y enterrarme vivo. El dolor de cabeza había pasado en segundo plano y ahora el dolor en mi alma se llevaba todo el protagónico.
Mi corazón latía tan rápidamente que pensé moriría. Estaba asustado y atónito. No creía y ni siquiera podía pensar en yo…
Cuando llegué a mi cuarto fui directamente a la ducha. Abrí el grifo e intenté que el agua se llevara la suciedad, pero no podía…no podía llevarse una traición de corazón. No podía y nunca lo haría.
Llevé mis manos a mi rostro mientras negaba una y otra vez desesperado al no poder recordar. Intentaba hacerlo, pero nada. No recordaba absolutamente nada.
Restregué con rabia y mucho dolor la esponja por todo mi cuerpo, mi piel estaba completamente roja y ardía, intentaba algo inútil…no podía limpiar ni mi