–Emma....
Su voz resonó en mí como la mejor canción del mundo. La más feliz, pegajosa, bailable y también la más triste y corta venas de todas… y no quería que terminara.
Me quedé allí estampada en medio de la calle con mi asombro. Él se acercó a donde estaba y se detuvo frente a mí.
–Fui a verte a tu casa, pero no había nadie.
–Ya volviste… –fue todo lo que me salió. ¡No me digas Emma! ¡Qué lista eres!
–Sí, mi pelea es el próximo viernes.
– ¿Y cómo estuvo tu entrenamient