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Pov Isis

El atasco de tránsito de esta mañana en las calles de Londres, no era comparable con nada que hubiera presenciado en los últimos cuatro años, cuatro años desde que me gradué en Harvard y obtuve un trabajo en el Hospital Saint Mary. El tiempo ha sido algo difuso para mi desde aquella tarde, mis padres habían muerto en un accidente automovilístico, pasar de una casa de acogida a otra no es fácil para ningún niño, pero si eso resultaba difícil, más aún lo era intentar estudiar compartiendo habitación con ocho niños más, no me molestaba compartir, solo que ellos no hicieran nada para mejorar su futuro, solo Verónica y yo nos empeñamos en salir adelante, el resto, aún se lamenta de su suerte, por desgracia, eso no les serviría de nada.

Cuando, un cuarto de hora después, llegué al hospital, estaba tarde por ocho minutos, la jefa de la guardia del día de hoy, era yo y llegaba tarde. Entre corriendo hacia el cuarto médico y dejando mis cosas en la taquilla me cambie a velocidad relámpago para salir atándome el pelo en una trenza sencilla, que no va a durar presentable ni cuarenta minutos ya que mi mata de cabello rojizo era más rebelde de lo que me gustaría admitir.

Al llegar al puesto de enfermeras, solo encuentro a uno de los tres residentes que debería hacer la guardia hoy y ni rastros del otro especialista.

-Buenos días John, lamento llegar tarde, había un atasco de tránsito horrible- le comento al hombre que a pesar de ser dos años mayor que yo, aún está haciendo su residencia, hay personas que encuentran su vocación antes de los demás como paso conmigo, pero los que la encuentran luego y aun así lo intentan son personas dignas de admirar.

El solo apunta hacía el canal de noticias que transmite en la televisión frente a nosotros para luego tenderme una taza de café bien cargado, no podría vivir sin esto, soy adicta, es como el combustible que necesito para iniciar el día. Tras dar el primer sorbo veo entrar corriendo a Giselle, seguida por Harry, el segundo especialista.

-Doctora Snow, siento mucho llegar tarde, el tránsito está pésimo el día de hoy- se disculpa con prisa.

-No te preocupes Giselle, me paso lo mismo, corran a cambiarse, saben que aquí la tranquilidad dura poco- añado sabiendo que en nuestro hospital la calma casi nunca es buen augurio y que los atascos de tránsito generan un gran número de accidentes.

-Saben, creo que las carreteras bloqueadas van a complicar las emergencias de hoy, vamos a tener el paso cerrado a las ambulancias- reflexiona Harry al regresar con su bata unos minutos después.

-Eso mismo pensaba cuando venía en camino- respondo antes de dirigirme a Rose, la enfermera a cargo de los ingresos y llamadas de las ambulancias- ¿Sabes si todo el personal de guardia ya llegó?

-Creo que falta el radiólogo, estoy tratando de localizarlo pero su teléfono se encuentra fuera de servicio, de todas formas, no se preocupe, Frederick me dijo que pensaba quedarse hasta pasado el mediodía y en caso de necesitarlo lo llamáramos- aseguró sosegada.

- Gracias a Dios, no podemos trabajar sin ellos- le aseguro antes de que una Giselle entusiasmada nos interrumpa.

-Miren, al parecer ayer en la mañana llego la familia real de Ismecadar para una visita oficial…- me importa poco o nada la política, por lo que me dirijo al área de radiología a comprobar a Fred sin siquiera prestar atención en lo que dijo la chica, demasiado entusiasmada con la vida de algunos desconocidos.

Algunos dirían que soy un poco grosera con Giselle, pero solo dejo de prestarle atención cuando le da por hablar de forma incansable acerca de temas de farándula, las personas nunca son lo que parecen, por eso mismo no me gustan esos temas. Tomo el ascensor pensando en el por qué me preocupo tanto por Frederick y caigo en cuenta de que solo le devuelvo lo que él ha hecho por mí. Siempre ha sido el más comprensivo conmigo, a veces pienso que mi padre sería igual a él y lo extraño tanto. Al abrir la puerta, este se encuentra frente al ordenador pasando los informes de los pacientes a la base de datos del hospital, al parecer la guardia anterior había sido un poco intensa.

-Isis, querida, ya estaba terminando, me acaba de llamar el jefe para informarme que Jeff se encuentra enfermo, por lo que voy a asumir su turno. Supongo que eres la jefa del día- me dice con una gran sonrisa.

- Supones bien, viejo cascarrabias - me mofó ante su falsa cara de seriedad mientras aguanta una sonrisa.

-Malcriada-responde pellizcándome una mejilla- ahora vamos a trabajar, se está haciendo tarde.

-Aunque te necesito hoy, preferiría que estuvieras en casa descansando, ya hiciste un turno bastante complejo anoche, te mereces irte a casa, no te estas haciendo mas joven- refunfuñe ya que su jefe no había enviado a alguien más.

- Ya no te preocupes pequeña, el doctor Stiles llegará antes del mediodía- me reconforta.

Justo como pensábamos, dos horas después, llegaron a la sala de emergencias los conductores de dos autos que habían colisionado cerca del Saint Mary con múltiples contusiones y laceraciones. Tras examinarlos y ver las radiografías, uno de ellos presentaba fractura de clavícula y el otro una fisura en el fémur. Con el yeso colocado, el cabestrillo puesto y los analgésicos recetados salí a tomarme mi hora de almuerzo mucho después de lo que deberia.

-Isis, ¿aún no has ido a comer?- pregunta John acercándose desde el laboratorio.

-No, iba a ir justo ahora- contesto justo cuando el bíper en mi cintura comienza a sonar y los altavoces se activan.

-Doctora Snow, se solicita su presencia inmediata en el helipuerto para recibir un caso de suma importancia, el helicóptero arribara en dos minutos- anuncia la voz de Rose.

-Bueno, creo que ya comeré algo más tarde- le sonrió a John antes de dirigirme a los ascensores a paso acelerado.

Uno de los enfermeros se dirige hacia mí para acompañarme a la azotea mientras me pasa la información del paciente.

- Paciente femenina de alrededor de veinticinco años, ritmo cardíaco de 130 latidos por minuto, cuando la sacaron del hotel tenía disnea pero a medio camino perdió de la conciencia. Aterrizarán en alrededor de dos minutos- comunica.

El ascensor llego en seguida al punto de encuentro, mientras las hélices iban disminuyendo su velocidad, la joven fue puesta en la camilla sin perder el tiempo mientras uno de los paramédicos se dirigía hacia mí repitiendo la misma información que había recibido hace poco.

Había cerrado las puertas del elevador no más pedirle a la familia que bajará al segundo piso por el contiguo, demasiado enfocada en mi paciente como para siquiera fijarme en cuantas personas los habían acompañado, pero a simple vista, más de las que eran permitidas.

En cuanto pudimos dejar la joven en la camilla del hospital y conectarla al soporte vital, su familia fue frenada por la puerta de cristal que nos separaba de la sala principal, su frecuencia cardíaca había comenzado a caer con demasiada rapidez y sus labios estaban adoptando ese color purpúreo característico de la cianosis, tras colocarle la ventilación asistida me fije de una picadura en su cuello y tomando unas tijeras destroce la camisa que traía puesta, para solo dejarla en un corpiño que dejaba ver otras diez marcas. El monitor comenzó a reflejar una arritmia y el edema en su rostro comenzaba a hacerse presente.

-John, necesito un miligramo de epinefrina, ya- le ordene con prisa, mientras veía a Sol acercarse con celeridad, esta chica no podía morir, al mirar hacia afuera, la cara de su familia era de pánico y suplica a la vez, sabía lo que se sentía perder a alguien que amas por lo que no podría perdonarme a mí misma si no la salvaba.

-Isis, toma- me alertaron tendiéndome el inyector, uno de los inventos más útiles de los últimos tiempos, al menos para los alérgicos. Sin perder el tiempo esterilizo la zona de su brazo y tras pasar la aguja hasta el musculo comienzo a apretar el embolo, cinco minutos más tarde su estado comenzaba a normalizarse, sus signos vitales, a pesar de no ser normales, se acercaban bastante a estos.

-Ritmo cardiaco sesenta y subiendo, está fuera de peligro, por ahora. Respire, doctora Snow-me pidió Sol, nuestra enfermera más veterana.

-Creo que deberíamos moverla- comentó el paramédico en él que no me había fijado hasta el momento.

-De aquí no se mueve hasta que esté del todo estable- declare furiosa- creo que puede salir, gracias por traerla a tiempo, voy a dar el parte a la familia. John- llame su atención- necesito que lleves al laboratorio muestras para realizarle química sanguínea, ionograma, gasometría y pruebas toxicológicas. Sol, cualquier mínimo cambio en sus signos vitales me llamas con urgencia.

-Saldré para allá con las muestras cuanto antes- confirmo el residente.

-Sí, doctora- contesto la enfermera de avanzada edad.

Antes de salir de la sala me quedé observando a la chica sin prisa, era joven y tenía una gran familia ya que afuera seis hombres y una mujer, similar a la joven; cabello caoba, complexión media, ojos ambar y rostro redondeado. Todos al otro lado me miraban con desesperación por lo que tras tomar una respiración profunda salí. Justo cuando estuve frente a ellos, John puso la mano en mi hombro ayudando a que terminara de relajarme para luego marcharse al laboratorio a solicitar los estudios que le había indicado a la paciente.

-¿Mi hija está bien?- pregunto la señora desesperada.

-Su hija ha reaccionado favorablemente al tratamiento, puedo hablar con la familia directa- consulte tímida al ver a tantos hombres mirándome todos superándome por al menos una cabeza.

-Todos somos familia- dijo uno de ellos mirándome con rostro pétreo.

-Lo siento, soy la doctora Snow- me aclaro la garganta nerviosa- La joven- cuyo nombre me acabo de dar cuenta que no sabía.

-Beren, Beren Ismarat- me informo una voz masculina que no supe reconocer a quien pertenecía.

-La señora Ismarat, al parecer sufrió un shock anafiláctico, por las múltiples picaduras en su cuello y abdomen, agregado a la sintomatología fue mi diagnóstico presuntivo. En unos momentos lo confirmaremos en el laboratorio. Alguno de ustedes podría decirme que insecto fue el que la pico o pudo haberla picado.

Uno de los hombres jóvenes que se parecía mucho a los adultos dio un paso al frente para quedar cara a cara conmigo, su pelo negro haciendo resaltar de forma espectacular esos ojos verde menta, labios gruesos y rojos mas que perfectos para a ser besados, mientras su cuerpo de piel bronceada y hombros anchos era como un campo magnético para el mío, quería tocarlo. Pero que estoy haciendo, es el familiar de una paciente, es el familiar de una paciente, es el familiar de una paciente…repetia en mi mente para alejar esos pensamientos pecaminosos de mí.

-Avispas- pronuncio sacándome de mi trance.

-¿Qué?- cuestione de forma estúpida, lo que causo que una sonrisa de medio lado apareciera en su rostro.

-Lo que la pico, fueron avispas. Mi hermano y yo logramos sacarla de allí para luego quitárselas de encima, cuando llegamos a ella ya la habían picado bastante.-Afirmo señalando a otro joven un poco más bajo, de camisa arremangada y ojos azules como las costas francesas que tanto amo.

- Las avispas tienen gran potencial anafiláctico y su capacidad de picar repetidamente fue lo que empeoro la situación de su hermana, supongo- ahí estaba mi lado nerd jugándome una mala pasada en el momento más inconveniente.

-Sí, es nuestra hermana.

John venia acercándose hacia mí con los resultados del laboratorio en las manos. Salvada por la campana antes de decir más estupideces. Gracias Dios.

-Aquí tienes, querida, los niveles de triptasa sérica están elevados- me informó, confirmando el diagnóstico.

-Era justo lo que les estaba diciendo- la familia nos miraba sin entender nada- Supongo que a su hija con anterioridad ya le había picado una abeja o avispa antes.

-Sí, esa niña se pasaba la vida en el jardín, así que recuerdo un par de ocasiones- me dice la señora con seguridad.

-¿Por casualidad los síntomas fueron inmediatos?- Pregunte al hermano ya que suponía había sido el que estaba con ella.

-No, un rato después de que la lleváramos a su habitación comenzó a quejarse de un fuerte dolor en el bajo vientre para luego comenzar a respirar con dificultad y desmayarse, llamamos de inmediato a la ambulancia pero nos dijeron que enviarían un helicóptero debido a que casi todas las calles estaban bloqueadas, pero ella despertó unos minutos cuando ellos llegaron antes de volver a desmayarse. -Me contesto sin dejar de analizar mi cuerpo hasta que Sol se acercó a nosotros

-Doctora Snow, ya se encuentra estable, considero que podemos trasladarla a una habitación, si usted está de acuerdo, claro – informa y por más que trato que me diga Isis, no he logrado nunca que seda, es terca esta señora.

-Si me disculpan, debo ir a revisar a la señora Ismarat, pero recomiendo que se quede unas veinticuatro horas en observación para estar seguros de que se encuentra bien.

-No se preocupe doctora, ella estará aquí el tiempo que haga falta y… gracias- me dice la señora antes de lanzarse a abrazarme con lágrimas en los ojos.- Gracias por salvar a mi niña.

Sin saber qué hacer, miro a todos lados agobiada, no estoy acostumbrada a recibir muestras de afecto, así que de forma torpe froto su espalda y le susurro.

-No hay de que, es mi trabajo.

No más me suelta, salgo casi corriendo hacia donde está la chica, no sin antes dar una última mirada a esa extraña familia, todos los hombres son adonis mientras que la madre se ve tan fina y delicada, demasiado joven para tener cinco hijos adultos, tomo mi camafeo entre los dedos y una vez más deseo que mi madre, este donde este, se sienta orgullosa de mi.

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