Capítulo 6. "Día de la fiesta"

Julya pasó de un lado a otro demasiado nerviosa, sabía en las broncas que se iba a meter, pero por Tara no le importaba, daría su propia vida por verla feliz.

Escuchó la puerta del baño de Tara abrirse y ella distraída no la vio, tenía una toalla enredada en su cabeza y una bata de algodón en color gris y arrastraba sus pantuflas por el piso de duela oscura.

― ¿Te falta mucho? la peinadora y el maquillista están esperando, la gente ya empieza a llegar y tu madre está a punto de terminar de arreglarse, cuándo mire a los profesionales sentados en la sala, va a armar una guerra.

Julya estaba realmente preocupada, Tara se acercó y la abrazó.

―Tienes que relajarte, no es que me vaya a hacer mucho, ya sabes, el vestido y el pelo. ― La soltó y se encamina al gran armario de la habitación, Julya sonrío al recordar su regalo de cumpleaños.

―Haré pasar a la gente que te va a arreglar, antes de que se encuentren con tu madre y se desate la tercera guerra mundial. ― Julya mira de reojo a Tara que cargaba con tristeza en sus ojos verdes, tenía unas ojeras muy marcadas. Sale de la habitación y se encamina a buscar al maquillista y a la peinadora, al encontrarlas las dirige a la habitación de Tara. Al cerrar la puerta, y caminar en dirección a la cocina para verificar que todo está en total orden, mira a Sofía subiendo las escaleras principales.

― ¿Dónde está Tara? ― pregunta Sofía al llegar hasta Julya.

Sofía viste un vestido en color vino con encaje y pedrería discreta, la tela tiene caída hasta el suelo y arrastra un poco, el antifaz lo lleva en la mano. Se ve realmente muy elegante, entonces Julya se enfurece al querer ella resaltar entre todos y sobre su propia hija, si es cumpleaños de ella, Tara es la que tiene que lucir, no ella.

―Aún está en maquillaje, ¿Por qué has permitido que tu propia hija vista con el vestido que ha ordenado? ― se notaba el enojo de la señora.

―No voy a dejar que Tara sea vista muy atrevida, además...― Sofía detuvo sus palabras―Quiero que un hombre la pueda mirar como una verdadera mujer, no como esas en la actualidad, que visten indecentes, quiero mostrarle al mundo que mi hija es bella pero no hay necesidad de mostrar piel. Quiero que la miren bien, elegante y discreta, además... espero que Alexander Cooper venga, ha dejado dicho que tenía mucho trabajo y que había probabilidad de venir con un grupo de hombres muy importantes que vienen de Estados Unidos.

―Suenas como si estuvieras vendiendo a tu hija al mejor postor. ―Sofía no dice nada pero abre los ojos un poco más a las palabras de Julya y tuerce los labios.

―Solo quiero lo mejor para mi hija y quiero que encuentre un hombre mejor de lo que yo pude elegir, la vida es cruel, Julya, te depara sorpresas en tan corto tiempo y yo estoy atada de manos, así que haré lo que mejor que se hacer...negociar.

― ¿Te estás escuchando? ¡Tara no es un negocio! ― Julya gritó furiosa.

― ¡No te metas, es mi hija! ―Sofía espetó furiosa.

―Es mi nieta. ―Julya levantó su barbilla en desafío.

Sofía palideció y le cubrió la boca a Julya y miró a su alrededor con temor de que alguien más escuchara.

―Cállate, no puedes romper una promesa―de un manotazo le quita la mano a Sofía.

―Sé que acepté estar cerca de ustedes, aunque fuese como "la nana" pero no voy a permitir que le causes más dolor a tu propia hija de lo que ya lo has hecho en estos años, el que sea una mujer hermosa no te da el derecho de esconderla del mundo, ella tarde o temprano saldrá de tus manos y tienes que aprender a aceptarlo de una buena vez.

―No. Ella saldrá de Hacienda Miller, casada y con un hombre multimillonario, que le pueda dar lo que a mí no me dieron, que la trate como reina y....― las palabras de Sofía se atoran en su garganta. ―La voy a dejar en buenas manos.

Julya la miró detenidamente, había algo más y ella lo sospechaba.

―Creo que esa decisión no tienes ningún derecho en tomar. Tara va a decidir con quién va a compartir su vida, ¡Solo tiene 21 años! Yo no te eduqué de esta manera, Sofía. Te di todo como para que te desquites con tu propia hija todas tus frustraciones.

―Hay cosas que nunca vas a entender como madre.

―No me vengas con eso, soy más madre que tú. Le doy a Tara todo de mí, todo lo que tú nunca le has dado desde que la he cargado en brazos desde qué era una bebé.

Se escucharon pasos acercarse, Sofía intentó reponerse a las palabras de Julya, ella tenía razón, pero no lo demostraría por nada del mundo.

―Señora Miller, el señor Alexander Cooper ha llegado y le ha informado que la espera en el despacho. —Dice la mujer del servicio.

―Voy en camino―Sofía sonrió emocionada, Alexander Cooper está por un motivo en la hacienda muy ajeno a la fiesta y eso le daba a entender que podía cerrar el negocio con él, solo con él. ―Encárgate de que mi hija qué esté perfecto antes de bajar. Regresaré en cuanto cierre este negocio.

Se gira en dirección a las escaleras y empieza a bajarlas con cuidado.

―Esto no me gusta nada...―Julya murmuró mientras Sofía sonrió de una manera que hace mucho tiempo no había visto en sus labios. El escalofrío le recorrió de pies a cabeza. ―Esto no me gusta, hay algo más.

Una hora después de revisar cada detalle de la fiesta junto con la organizadora del evento, Julya sube las escaleras en dirección a la habitación de Tara, tocó con sus delgados nudillos y escuchó la voz en el interior, abre y cuando cerró la puerta detrás de ella, su rostro cambia.

―Estás bellísima, hija―murmura emocionada Julya, Tara sonríe al ver la reacción de su nana.

Tara portaba un recogido elegante, el maquillaje era perfecto. Se miró en el espejo y se contempló a ella misma, una sonrisa fugaz aparece en sus labios. Pero al borrarse, la tristeza la embarga, Julya al verla, entró al armario y cerró la puerta para tomar la bolsa elegante donde tiene el regalo de cumpleaños. Tara siguió contemplándose en el espejo, Julya se queda detrás de ella, al notar que su nana estaba detrás se gira y al mismo tiempo ella le entrega la bolsa elegante donde tenía el vestido. No se dejaría intimidar por Sofía, no arruinaría la noche de Tara, ella no merecía tener su primera fiesta de cumpleaños triste.

―Feliz cumpleaños, niña―Tara abrió los ojos casi a punto de salir de su órbita, el brillo en sus ojos era indescriptible. Aunque de Julya siempre recibía regalos, éste era diferente. ― ¿Te vas a quedar ahí? ¿No quieres ver que hay en el interior?

Tara enmudeció de la emoción, sabía que era una bolsa de traje, pero no puede ver más allá del interior.

―No te hubieses molestado―apenas susurra de la emoción, agarró la bolsa, bajó el cierre con los dedos temblorosos y las lágrimas enfilaron listas para salir. Era el primer y único regalo de cumpleaños que ha tenido en el día, su madre le echó en cara que el regalo de ella era todo el dinero que ha invertido en la fiesta. Intentó Tara evitar recordar esa conversación. Al ver el interior de la bolsa elegante, sus ojos se abrieron de par en par, sus dedos tocaron la tela perfecta en color dorado, la capa sedosa combina con el resto, Julya se acercó con la caja de zapatos y la bolsa dorada de brillantes y con el antifaz. ― Es hermoso...

―Más, cuando te lo pongas, así que mete ese trasero en el vestido, quiero ver si queda bien.

Diez minutos después, Julya se llevó las manos a su boca para callar el jadeo de sorpresa, Tara está frente al espejo de cuerpo completo con todo lo que Julya le ha entregado, baja la mirada al antifaz que tenía entre sus manos.

―Es perfecto, nana. No sé cómo...― intenta no quebrarse. Julya caminó hasta ella, la volteó para que quedará frente a frente.

―Es tu noche y de nadie más. Solo tuya...

La puerta se abrió interrumpiendo el momento entre ellas dos, Sofía se quedó con la mano en el picaporte, congelada en su lugar. Miró de pies a cabeza a su hija, vestía demasiado perfecta, estaba casi irreconocible, aparte de ser hermosa de ojos verdes, el maquillaje le daba un toque de misterio.

―Ese no es el vestido que ordené qué vistieras, ¿Julya? ― La quijada de Sofía se tensó al descubrir la sonrisa de Julya cuando se puso al lado de Tara.

―Lo siento, hice unos arreglos de última hora, ¿No se ve hermosa? ― Sofía enfureció.

― ¿Dónde está el vestido que ordené, Julya? ¡No es el maldito vestido que pagué para que hicieras! ¡No quiero que vista de esa manera!

Tara levanta su barbilla para contraatacar.

―Es de muy mala educación rechazar el regalo de mi nana, además si no te gusta, puedes divertirte sola en mi fiesta de cumpleaños, madre. No pienso bajar sin este vestido.

Sofía enrojece aún más, mira a Julya quien hace una mueca de satisfacción.

―No vas a arruinar mis planes. ― señaló con el dedo índice a Tara y después a Julya―No van a arruinar lo que he conseguido. Más vale que te comportes, y cúbrete bien, no quiero que andes enseñando.

Sale de la habitación cerrando de un golpe la puerta, Julya mira a Tara con una gran sonrisa.

―Baja a tu fiesta y más vale que te diviertas.

―Sin duda lo haré, nana―se acerca a ella y le besa la frente, Julya estaba a punto de romperse a llorar, estaba demasiado feliz por ella, por lograr arrebatar una cadena de las manos de Sofía, aunque sabía dentro de ella, que esta noche sería larga y algo más le decía su intuición de madre que Sofía tenía planes y ella no estaba incluido en ellos.

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