Martes por la mañana:
Llevo casi 45 minutos esperando al famoso señor Khalid en la pista privada donde se supone que llegará y ya no sé qué hacer para no perder los nervios. Reviso mi ropa por millonésima vez y todo está en orden. Cabello y ropa en su lugar, maquillaje aún impecable, perfume bien… Reservaciones perdidas.
Este hombre ha tardado tanto en llegar que el apretado itinerario se está echando a perder y Ernesto me está bombardeando con mensajes a cada 20 segundos. Me llama y no me queda de otra mas que contestarle.
- ¿Qué carajos pasa, Laura? ¿Dónde están? – dice furioso al otro lado de la línea.
-Sigo en el aeropuerto, Ernesto. – contesto, calmada. No quiero pelear en este momento con él.
- Pues muévete, no tenemos todo el día. – explota y me inunda el coraje. ¿Desde cuándo él me habla así?
- Cuida tu tono conmigo, esposito. – digo, luego de controlar mi rabia.
-No me estés amenazando, ya te dije lo que hay en riesgo. –
-No te estoy amenazando, Ernesto. Sólo que no sé cómo q