A Vladimir la cabeza de palpitaba, y no era el único Lev estaba aún peor, pues luego de haber ido a la mansión Neizan y comprobar de que Lucya no estaba con Dima, las cosas fueron de mal en peor, los minutos pasaron convirtiéndose en horas y de la morena no había señales por ningún lado, habían recorrido el centro de la ciudad y su periferia y aún así nadie parecía haberla visto, hasta que el móvil de Lev comenzó a vibrar.
—¡Lucya! ¡¿dónde demonios estás?! —era el colmo, la había estado llamando sin descanso alguno sin obtener respuesta, y solo ahora ella se dignaba a llamar.
—Lev, tengo miedo. — el moreno solo atinó a poner el altavoz en el vehículo, pues escuchar a su hermana llorar lo puso más que ansioso, no podía perder el control del vehículo, no en ese momento.
—¿Dónde estás Lucya? ¿qué sucede? —preguntó con desespero, mientras Vladimir apretaba los dientes con fuerza, por solo escuchar disparos provenientes del lugar donde estaba Lucya.
—No lo sé, solo estaba bebiendo algo con