Capitulo 2

Ada King.

— Ada. — susurra alguien a mi lado. — Vamos cariño tienes que despertarte. — me sarandean de un lado a otro, con pesadez abro mis ojos hinchados y me levantó.

Lo primero que veo es a mi hermano con una bandeja de comida, con solo ver lo que es se me quita el apetito. Niego cuando intenta poner la bandeja sobre la cama. ¿Tostadas y huevo revuelto? No gracias, no quiero engordar más, sin comer más de una semana estoy bien, estoy logrando mi objetivo o al menos eso quiero creer.

Yosue me da una mirada triste la cual ignoro yéndome al baño, me encierro buscando un poco de ánimo, ¿Para que busco eso? Si es para mí no existe. Suspiro cansada, solo he dormido cuatro miserables horas, las media lunas bajo mis ojos son muy notorias al igual que la hinchazón; una vez más me miró al espejo, soy la misma solo que más demacrada.

Ya no puedo más.

<<Mientras no te abandones a ti misma, nadie podrá lastimarte, porque el amor propio es el amor más grande que te puedes dar y mientras te ames y estés bien contigo misma, no importa lo que digan los demás. Solo se tú Ada, amate tal y como eres, no dejes que nadie apague tus emociones, ni mucho menos te haga sentir menos, solo las personas que hacen eso, son Insegura de si misma y quieren que tú también lo seas.>>

<<Amante pequeña, nunca vuelvas al lugar donde te hicieron menos, donde no te amaron tal y como eras, dónde te hicieron sentir tan Insegura, triste, molesta, mal amada, créeme....ahí no perteneces.>>

<<¿Quién te va a querer así? Solo mírate, eres una niñata estúpida>>

<<Eres una estúpida, aprende a defenderte>>

<<Estás gorda, nadie se va querer fijar en ti>>

Aprieto con fuerza la toalla en mi mano en un intento de calmarme, de buscar la serenidad que nunca voy a poder tener. No se si soy lo suficiente fuerte para sobrevivir un tiempo más.

<<¿Por qué sigues viva?>>

Mis demonios internos están saliendo y no quiero, no quiero hacerlo. La sensación amarga en mi pecho se hace presente, una vez más, mi corazón late con fuerza como si quisiera salirse de mi pecho, mi respiracion se acelera y termino estrellando mi mano contra el espejo.

— ¡Basta! — me sostengo la cabeza, pequeñas y dolorosas punzadas aparecen en mis nudillos y es cuando me doy cuenta de que estoy sangrando al igual que mi muñeca, no me importa en lo absoluto. — ¿¡Por qué todo tiene que ser así!? ¿¡Por qué yo no puedo ser como las demás!? — me refutó así misma, una vez más vuelvo a golpear el espejo.

Agarró lo primero que tengo enfrente, el estante, con fuerza lo tiró al piso ocasionando que todos los utensilios caigan al piso y uno que otros quebrándose. Pataleo, chillo y estrelló más las cosas. Una sensación extraña, diferente, me nace desde el fondo de mi estómago, unas ganas de romper todo, gritar, llorar con fuerza y romper todo en mi alrededor me abruma demasiado.

— Ya no quiero seguir así. — susurro, me recargo contra la pared y me deslizó por ella. Sollozo con fuerza y el ardor de los pequeños cristales enterrandose en mi mano se hace presente. — Ya no aguanto mas. — mi cuerpo tiembla, mi cabeza me da vuelta.

— ¡Ada! — miro a mi hermano parado en la entrada de la puerta, como puede cruza hasta llegar donde estoy.

— ¡Suéltame Yosue! — le grito, este retrocede unos paso. — Soy... — cuando quiero hablar, me interrumpe.

— No eres nada, no eres una b****a, no eres fría, no eres fea, no eres una puta, no eres desagradable, no eres una perra, no eres sucia, no estás estropeada, no eres un monstruo, ¡Mereces ser amada! — me toma de las mejillas, de una manotazo me quita el pedazo de vidrio que estaba apunto de tocar mis brazos.

— ¡Estoy harta que siempre digas que no soy esto, que no soy lo otro! ¡Ya basta de tantas mentiras! ¡Solo buscas la manera de hacerme sentir bien y lo que haces siempre es hacer que me sienta más mal de lo que ya estoy! ¿¡Por qué no me dejas irme ya!? Ya no quiero sufrir Yosue, quiero ser feliz y no puedo, cada maldita burla, cada maldito golpe, cada insulto me tienen en un pozo de oscuridad en el que tú, ni nadie me va a poder sacar y que mejor que morir, sería un gran favor para ti y para los demás no verme más. — lo enfrentó, mi garganta arde por cada grito que le doy.

— ¡Ada ya! — ahora me grita el, me envuelve en sus brazos. — Controlate Ada. — susurra en mi odio, niego. Con fuerzas aprieto su suéter con dolor en mis manos. — Te quiero Ada y yo no me perdonaría que tú te quites la vida por algo que debes aprender a combatir. Tú eres fuerte, yo lo sé, se que puedes con esto solo que te complicas la vida; yo entiendo que seas una persona Insegura, todos tenemos esa Inseguridad en todo momento pero vamos Ada, eso se puede cambiar. — me sostiene de las mejillas. — Estás temblando. — murmura, mis ojos me pesan demasiado como para seguir llorando, mis brazos me duelen, los antiguos corte que tenía se han abierto de nuevo, manchado la sudadera de sangre.

Dejo que me cargue al estilo nupcial, como puede me saca del baño y me acuesta en mi cama. Aún mi cuerpo no deja de temblar y me hago bolita para intentar buscar calor, en vano, no lo encuentro.

A veces solo necesitaba a alguien que me escuchará, que me quisiera tal cual como era, alguien que fuera mi punto de escape....solo quería ser feliz, pero así no podía.

— Necesito curarte las manos y los brazos. — murmura sentandose a un lado mio, con sumo cuidado toma mis manos y las analiza. No me fijo en nada de lo que está haciendo, mi mente está en otro lado y solamente siento el escozor del alcohol.

Caigo inconscientemente en un charco de lodo, los niños de otros salones me comienzan a rodear en un círculo muy pequeño como para invadir mi espacio personal.

— El puerquito ya está en su lugar. — se burla un chico.

La risas, los murmuros, eran lo único que se escuchaba en aquella sala.

Yasir me tiene acorradala contra la pared mientras sus manos manosean mi lastimado cuerpo, no grito, no hago nada. Su boca besa mi piel hasta que me doy cuenta de algo, Nesrin graba mientras que Kiara y Lila me miran triunfante, ellas solo querían esto.

— Yasir detente por favor. — suplico en un susurro.

— Lo siento Ada. — murmura.

— ¿Por qué todos me lastiman Yosue? — esa pregunta abandona mis labios.

Me mira por unos segundos: — No lo sé pequeña, ¿Sabes? Las personas que te molestan es porque la pasan mal o están hasta peor que tú, y solo buscan hacer sentir a otras personas como se sienten ellos.

— Pero ¿Yo tengo la culpa de que ellos sean así? — pregunto.

— No Ada, no pienses que tú tienes la culpa de todo, ellos son los culpables de ser así ¿Vale? — aclara con tristeza, su mirada está apagada. Desde lo de ayer siento que ya no es el chico que sonría por los pasillos, lo he arruinado otra vez.

— Vale, para ti es facil decir que no es mi culpa, porque no eres tú.

— Ada me estoy poniendo en tu lugar y se que es difícil para ti. Puede que yo no esté pasando por lo mismo que tú pero hago lo más mínimo para sentirme como tú te sientes.

Suelto una risa sin gracia: — ¿Y piensas que poniéndote en mi lugar, va a cambiar algo?, ¿Crees que porque soy la hermana del popular de la universidad me van a dejar de joder? Yosue lo que se viene dando de antes no se cambia así por asi. Créeme, no se porque sigues insistiendo en algo que ya es tarde para cambiar.

— No te estoy pidiendo que cambies, tu lo vas hacer a tu tiempo. Necesitas ir a terapia, necesitas de mucha ayuda; ya yo no se que hacer contigo, la verdad, y, voy a llegar a un punto en el que me va valer m****a si estás mal o si no. — aclara, eso es lo que quiero escuchar.

— Ojala que ese momento llegue pronto, así podrás volver a tu vida que tenías antes, es decir será más fácil para ti ya no tener que cargar conmigo. — le sonrió.

— Está mal Ada, demasiado mal para decir verdad. — murmura, en sus ojos se notan depcecionado, cansado y nostálgico.

— ¿Por qué no te vas y descansa? Ya deja de preocuparte por mi, estaré bien.

— No, no te voy a dejar sola.

Acaricia mi mejilla, con delicadeza apartó su mano.

— Ya déjame sola, quiero dormir.

Suelta un suspiro cansado: — Vale, descansa, ahora te traigo la pomada.

Me doy la vuelta antes de que su boca toque mi frente, no quiero que muestre su afecto. ¿Por qué todo tenía que ser complicado con mi her? Nada le costaba dejarme sola, el nu puede sacarme de aquí, es que esa no es su obligación, es mía.

Ojalá que me quedé dormida hasta no despertar.

Cierro mis ojos mientras intento conciliar el sueño. Trato de olvidarme de todo lo que he pasado, hasta que por fin puedo decir que me vuelvo a quedar dormida.

Me molesta quedarme horas pensando en ¿Qué está mal en mi? Es estupido, me siento estúpida. Me gustaría decir que es culpa de los demás que yo sea así, pero, en realidad es culpa mia.

Perdón por ser tan Insegura, es que por mucho tiempo me hicieron saber que no valgo nada.

Estoy perdiendo el interés en la vida, en el mundo, en lo que me rodea, ya no significa nada para mí y nadie parece marcar la diferencia sobre lo que pienso, ¿Patético, no?

Me he vuelto más apagada, mis noches se han vuelto o las siento más larga de lo normal, cada vez mis heridas son más grandes, las mangas de mi suéter se vuelven más largas, mis comidas ya no son las más grandes que antes, me he puesto más delgada y mi música se ha vuelto más triste que antes, ¿Y saben que es lo peor? Ajá, que nadie lo noto.

No me gustaba observarme en el espejo, me sentía horrible cada avez que veía mi cuerpo, mis marcas, mis moretones y odiaba ver lo delgada que estaba.

Observar el atardecer me tranquilizaba, como decirlo, me gusta mucho observarlo porque siento que brillo aunque sea un par de minutos. Me gusta lo oscuridad porque me esconde de la realidad, como lo hace los libros, también, me hacen escapar a mi realidad deseada.

Mi cambio de humores no lo soportaba, me encontraba feliz alguna veces y luego esa felicidad se esfumaba y era remplazada por la tristeza o enojo. Me daba cuenta que podía ser bipolar en muchas ocasiones y eso me irritaba mucho. Fuera de coñas.

— ¿Y como está Ada?

Frunzo el ceño al escuchar mi nombre, mi hermano está afuera hablando con Einar, joder, aparto mi mirada cuando se da cuenta que lo estoy viendo, un leve sonrojó se apodera de mis mejillas.

— La verdad, ella nunca va a estar bien, hoy tuvo una crisis y la encontré en el baño tirada, las cosas rotas e incluso el espejo de su baño también. — escuchó a mi hermano decirle.

Bienvenido sea mi bipolaridad.

— Los estoy escuchando.

Mi hermano se gira a verme.

— Oh hola pequeña. — me saluda, giro los ojos.

— Hola Ada.

— H-hola Einar. — tartamudeo, ¿Por qué coño tengo que tartamudear?

Me da una sonrisa y se la devuelvo, más bien me sale una mueca. Me quito de la ventana volviendo acostarme en la cama, suspiro, Einar, Dios Einar es guapo pero claramente no soy su tipo de chica, es decir ¿Quién va a querer estar con una chica así como yo? Exacto nadie.

— ¿Podemos pasar? — me levanto abrir la puerta, de mala gana la abro dejándolos pasar.

— Quiero estar sola, pero acepto que estén aquí solo por hoy. — susurro, venga es hora de que la tímida Ada vuelva.

La mirada de Einar me analiza completamente.

¿Cómo un ser tan bello puede mirar a alguien como yo?

— Porque tu eres bella, quieres negarlo o no.

Lo he dicho en voz alta, mis mejillas vuelven a tomar color, joder basta, no quiero caer, no otra vez.

— Mentiroso.

— Como digas.

Me siento en una esquina de la pared del cuarto y comienzo a jugar con mis dedos sobre mi regazo, si estoy nerviosa pero lo oculto. A través de los años que llevo así he aprendido a ocultar bien mis emociones, pero, en algunas ocasiones nunca podía hacerlo.

— ¿No quieres salir por ahí? — me pregunta mi hermano sacándome de mis pensamientos.

— No. — susurro cansada. — No quiero salir, no me siento bien. — murmuro.

Me mira con algo triste y me encojo de hombro, no quiero salir.

— Bueno está bien, ¿ver películas? ¿Cómer algo? No sé lo que tú quieras hacer. — propone, lo miro dudativa.

— Quiero leer un libro. — susurro.

— Bien, ¿Cuál busco?

— El Aprendiz.

Se para a buscarlo dejándome sola con Einar.

— Se me sincera, ¿No quieres salir? Estás pálida Ada. — me aconseja. — Deberías de salir al menos para distraerte ¿Sabes? — me dice.

— ¿Con quién voy a salir? — pregunto. — ¿Con ustedes? No gracias, suficiente ya tienen con que la gente sepa que soy hermana de Yosue y que tú te juntas con el. — respondo fríamente.

— ¿Vas de nuevo con eso? — se nota irritado.

— Si, ¿Y que? Mejor déjame en paz. — respondo tajante. — No me conoces y es mejor que no te importe lo que me pase, si estoy bien, porque si los demás no lo hacen tu tampoco lo debes de hacer. No te sientas obligado a preocuparte por mi, la vida tuya no es la misma que la mía. — enojada, me dirijo al baño, encerrandome una vez más en el. — Seré cabrona. — me digo.

Así no podía, más negatividad me hacía mal. Yosue tiene razón necesito volver a terapias porque en vez de ir bien voy mal y así lo sé puede.

— Vamos Ada, te quiero ayudar y tú no te dejas. — dice detrás de la puerta.

— ¡Te he dicho que me dejes en paz, joder! — Golpeó la puerta. — ¿No entiendes que no quiero tu ayuda? ¿Qué ganas con ayudarme? Nada, solo déjame en paz de una vez por toda Einar.

— Ada por favor, a mí no me interesa que las otras personas me tachen de ser como tú, que les den lo que yo haga. Me preocupó por ti, por los menos agradece de que tienes un hermano y tienes alguien que se preocupan por tu bienestar. — su tono de voz es algo ronco pero se le nota calmado.

— Te lo repito una vez más ¡No quiero tu maldita ayuda! ¡Largate! — grito molesta, como no escucho más nada supuse que ya se ha ido.

Abro la puerta, ahogó un grito cuando siento unas manos rodear mi cintura y mi cara estrellarse contra un pecho demasiado duro para mí gusto.

— Te voy ayudar aunque mil veces digas que no. — susurra, me está robando mi espacio personal y eso no me gusta para nada, me intimida.

— Haz lo que te dé la gana, no lo vas a lograr.

— Si puedo. — pasa un mechón de cabello detrás de mi oreja.

Unas inmensas ganas de llorar se apodera de mi pecho, la sensación de su mano tocando mi delicado cuerpo me hace sentir completamente nerviosa, una mezcla de vergüenza con una de molestia.

— Suéltame, me incómodas. — susurro, agachando la cabeza.

Me suelta y respiro con tranquilidad.

— Perdón.

— Ajá, ahora vete que está conversación no va a traer nada bueno. — le señaló la puerta y paso por su lado dirigiendome al balcón.

Por el rabillo del ojo lo veo salir de mi habitación, suelto todo el aire que mantuve en estos segundo antes de que saliera.

¿Por qué estaba tan empeñado en ayudarme?

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo