Era una hermosa mañana, día soleado, oficina tranquila, sin mucho trabajo que hacer, todos parecían de un muy buen humor y...
Y Patrick seguía escondiéndose detrás de la máquina dispensadora, esperando pacientemente a que Jung se alejara de la sala de descanso. El pelinegro se recostó de la pared, dejando que el gran aparato ocultara su cuerpo por completo y cerró sus ojos, dejando escapar un pequeño suspiro por sus labios mientras escuchaba algunos pasos entrar y salir del lugar.