Yelena
Seguí al demonio rubio por el pasillo hasta llegar a su despacho.Entramos y él tomó asiento en el sillón de su escritorio con su cara seria.
El lugar me pareció mucho más grande que cuando entré la otra vez o quizás era yo la que se sentía más pequeña.
Por mi mente empezaron a pasar imágenes de los castigos a los que me había sometido Frank e inconscientemente empecé a temblar.
¡Maldición! Tenía que controlarme.
Otra de las cosas que había aprendido con mi padrastro era que si lloraba,temblaba o me quejaba, el castigo sería peor.No quería averiguar si mi nuevo verdugo compartía la misma opinión así que cerré los ojos e intenté concentrarme pensando en Gina y Mildred,las únicas personas en las que había encontrado un cariño genuino.
Debía ser fuerte.Tarde o temprano iba a escapar y podría empezar una vida nueva sin abusos , ni maltratos, muy lejos de esta manada y de la mía propia.
Con ese pensamiento logré tranquilizarme.Abrí los ojos y me di cuenta de que el rubio me es