Huellas del Olvido
Huellas del Olvido
Por: Monia
Capítulo 1
Cuando Diego llegó al lugar del terremoto, Eva y yo estábamos atrapadas bajo una enorme roca.

La piedra estaba tan encima de mí que ni me podía mover, sentía un dolor terrible en el estómago y algo no estaba bien con el bebé.

No podía escuchar en ese momento a Eva, y la preocupación empezó a invadir todo mi ser.

Aunque mi situación ya era grave, traté de calmarla poco a poco.

—Eva, tranquila, tu hermano va a venir a rescatarnos pronto.

Aunque Diego y yo habíamos tenido una fuerte pelea esa mañana por Eva y seguíamos sin hablarnos, en el fondo de mi corazón todavía esperaba que viniera.

Después de todo, llevaba a su hijo en mi vientre. Pensaba que, aunque ya no me quisiera, al menos por el bebé iba a estar ahí.

Pero tristemente me equivoqué. Subestimé lo que ambos significábamos para él.

Cuando ya no había forma alguna de salvarnos a las dos, me miró seriamente y dijo, sin dudarlo dos veces:

—Primero voy a salvar a Eva.

—¡¿Diego?! ¿Estás seguro?

No podía creer lo que estaba escuchando. Lo miré, completamente desconcertada.

Pero su voz... seguía igual: fría, lejana, sin una sola gota de emoción.

—Marina, por favor, entiende. Eva siempre ha sido muy débil de salud. Si te salvo a ti primero, ella podría en cualquier momento morir, no puedo soportar verla así.

—Escúchame, ellos vendrán por ti pronto.

Luché con todas mis fuerzas por no llorar, pero mi voz salió quebrada.

—Amor, no puedes hacer esto, yo puedo esperar, pero el bebé no.

—No me importa.

—Diego, por favor, no hagas esto, nuestro bebé no va a resistir.

Lo miré, desesperada, con todo el dolor del mundo que sentía en ese momento.

—Marina, si el bebé en tu vientre pierde la vida, eso es algo que le debes a Eva. Tú mataste al hijo de Eva, así que esto es lo que te toca sufrir a cambio.

—Y tú misma sabes bien si ese bebé es mío o no, y prefiero pensar que ese bastardo nunca existió.

—¿Cómo puedes decir eso? ¡Claro que es tu hijo!

Esas palabras, tan crueles, me hicieron temblar. Quise explicarle, pero no me dejó terminar. Los rescatistas ya estaban trabajando...

La roca cayó sobre mí y me dejó completamente en las penumbras.

Me hundí en la desesperación, una mezcla de miedo y desilusión me envolvió, y sentí como si me helara por dentro.

Lo amé con locura durante siete años, y con el bebé en mi vientre, aún no éramos lo suficiente para él, no valíamos nada al lado de su querida Eva. Aun para salvarla, ¡dijo que el bebé no era suyo!

Así fue como morí, mi alma quedó flotando y viendo con tristeza cómo Eva era rescatada.

Y mi esposo abrazaba a Eva con una alegría tan grande, algo que nunca había visto en él.

Uno de sus compañeros, que ya no podía más, le susurró:

—Diego, todavía no encontramos a tu esposa.

—Entonces sigan buscando, ¿eso qué me importa a mí?

—Hermanito... —susurró Inés, con la voz temblorosa—. Tenía muchísimo miedo. Cuando empezó el temblor, pensé que no te volvería a ver.

Se llevó una mano al vientre y e hizo mala cara, ahogada por el dolor.

—Me duele mucho el estómago... ¿me llevas al hospital? Estoy muy preocupada por el bebé.

Eva, pálida y los ojos abiertos de par en par, parecía más frágil que nunca.

Diego se agachó enseguida a su lado, angustiado. La abrazó con fuerza y se la llevó en brazos, con tanta decisión que ni siquiera se giró a mirarme.

Ahora estaba atrapada bajo una inmensa roca, con la vida en vilo.

En ese momento, de alguna manera, sentí un poco de alivio.

Al menos ya estaba muerta.

Si estuviese viva, ¿cómo podría enfrentar todo esto?

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP