HOMBRE 2. Capítulo 10.
Anna aprovechó que el demonio se había encerrado en el despacho para buscar una vía de escape.
Yelena le había pedido que confiara en él, pero a ella le costaba no sentirse inquieta por ese sujeto, más aún, al notar el alboroto emocional que él despertaba en ella.
«Los demonios son mentirosos y manipuladores», se recordó muchas veces, para no caer en el error de romantizar ese desagradable encuentro.
Corrió a la puerta e intentó abrirla, incluso, con violencia, pero esta estaba sellada. Hizo lo mismo con las ventanas, pero ninguna cedía. Aquello parecía una casa de muñecas, con puertas y ventanas falsas.
Frustrada, miró hacia el exterior y vio un paraje nevado con el mar a pocos metros.
«Él le comunicó a su amigo demonio que estábamos en Sviyazhsk», recordó internamente. Sviyazhsk era una isla rural poco poblada y ubicada cerca de la ciudad de Kazán. No la rodeaba el mar, sino el río Volga.
En verano podía estar atestada de turistas, por la gran cantidad de estructuras arquitectónicas