Capítulo uno

Greta

No sé qué sucede conmigo, pero estoy ligada a tener mala suerte de por vida. Cuando mejor me sentía y podía decir que estaba siendo muy feliz en los brazos de un "buen" hombre, la realidad me golpea con todas sus fuerzas.

Connor me mintió durante dos largos años. ¿Cómo fui tan tonta y no me di cuenta antes que tenía esposa? Supo envolverme, jugar conmigo y verme la cara de estúpida, pero que ni crea que seré el segundo plato a elegir. Lo odio, aunque mi corazón dice quererlo.

Por más que quiera olvidar todo lo que vivimos y sus falsas palabras, es imposible. Incluso siento que todo eso se afianza a mi mente con mayor fuerza para torturarme.  Fueron dos años en los que creí estar en lo más alto del cielo. Dos años de mi vida que no son fáciles de olvidar. Ahora solo soy la zorra que pretendía acabar con un matrimonio hermoso, la que quería quedarse con el director de la universidad y la sinvergüenza que abrió las piernas para conseguir un trabajo como profesora siendo tan solo una recién graduada.

—No permitas que Connor arruine tu vida. No entiendo lo doloroso que debe ser para ti, pero debes salir adelante.

—Sé que debo salir adelante, Jana. Créeme que no me voy a echar a la pena por un hombre, solo que duele y me molesta. Todos me odian y me señalan como si fuesen perfectos. Dejé de ser la deseada para ser la puta. Incluso los estudiantes riquillos se han atrevido a ofrecerme dinero a cambio de una noche. Mi vida es una completa m****a —suspiré, recargando mi cabeza sobre el hombro de mi mejor amiga—. Yo no lo sabía, te lo juro. Jamás me involucraría adrede en un matrimonio.

—Lo sé, mi reina. Yo te conozco más que nadie y sé que no eres eso que dicen por los pasillos de la universidad.

—Gracias por creer en mí, estar a mi lado y ayudarme a salir de esta.

—¿Para qué crees que están las amigas? No me gusta verte triste. ¿Por qué no salimos hoy? Necesitas distraerte y olvidar por un segundo toda esta m****a.

—No tengo muchas ganas de salir.

—Vamos, Greta. Casi nunca te lo pido. Sabes que no me gustan los bares ni nada que tenga que ver con el alcohol, pero a ti sí. Y por ti me sacrifico a ir a uno.

Sus palabras me hicieron reír. Limpié mis lágrimas y la abracé con fuerza, agradeciendo por tenerla conmigo. Jana es mi mejor amiga, la única persona sobre este mundo que ha estado a mi lado en las buenas y en las malas. Conoce todo de mí, así como sé todo de ella.

—Agradezco que quieras hacer el sacrificio, pero no hace falta. Quiero quedarme aquí y ver una película con mi mejor amiga.

—De acuerdo, pero que sea de terror. No vamos a comernos la cabeza con una de romance.

—Lo que sea, con tal de que no me haga recordar a ese cabrón.

***

Estaba tratando de desconectar mi mente y enfocarme en la película que escogió Jana, pero es imposible cuando en las cuatro paredes de mi habitación existen tantos recuerdos. Me asfixia estar aquí, debí aceptar la salida en lugar de quedarnos a simular que todo está en orden y que los recuerdos no me afectan.

—Iré por helado —me levanté de la cama y fui a la cocina, excusándome para que mi amiga no vea mis lágrimas.

Me recosté por la barra de la cocina y lo maldije una y otra vez. Connor fue el desgraciado mentiroso que no respetó a su esposa y su familia, yo no tengo por qué sentir culpa alguna. Jamás me metería con un hombre casado, porque por mucho tiempo vi como mis tíos se hacían daño ellos mismos al involucrarse con otros.

«Pero inconscientemente ya te metiste con uno».

Ahí estaba mi subconsciente de nuevo, haciendo más mella en la herida.

—Hijo de...

Mi ola de insultos quedaron en el aire tras el toque en mi puerta. Fruncí el ceño, pensando en quién podría ser a esta hora. Jana está aquí y nunca recibo visitas de otros, por lo que pensar que se trate una vez más de él, la rabia y el dolor me gobiernan.

Me acerqué a la puerta, decidida a mandarlo una vez más a la m****a, pero me quedé con la perilla en la mano al ver a una mujer muy bonita frente a mí. Es la segunda vez que la veo y me sigue revolviendo el hecho de que sea la esposa de quién decía amarme.

—¿Qué hace aquí, señora? Creí que había sido clara la última vez.

—Conozco a Connor...

—Si va a hablar de la m****a que es su esposo y que es mi culpa, ahorre saliva y vuelva a su casa.

—No es la primera vez que me engaña, pero sí es el primer engaño que es diferente.

De mí escapó una descontrolada risa.

—Por supuesto que cada engaño es diferente. Mire, señora, no quiero saber nada más de ustedes. Váyase de mi casa y no regrese más por aquí.

—Connor se enamoró de ti.

Todo mi cuerpo se tensó. La mujer frente a mí no tiene culpa de nada, solo es una tonta por quedarse junto a un hombre que no la respetará nunca. Pero que ella me diga eso es muy desagradable. Ese bastardo no tiene corazón alguno.

—¿Qué está esperando que le diga, que voy a pelear por el amor de su esposo? A diferencia suya, yo sí me valoro como mujer y tengo clarísimo que un segundo plato no es el lugar que yo me merezco, de la misma forma en la que usted debe saber que ser el principal no la hace el único. Vuelva a su hogar, con su familia perfecta y su buen esposo y siga siendo la esposa que se aguanta todo y finge que todo es maravilloso y color rosa. A mí déjeme en paz.

Un fuerte aplauso me hizo girar la cabeza hacia el lado derecho. Un hombre muy atractivo me veía con una sonrisa sin dejar de aplaudir y de hablar en un idioma que no entendía ni un poco.

—¿Es retrasado mental o qué m****a? ¿Por qué aplaude? Y por si las moscas, su madre, cabrón.

Una risita ronca me hizo mirar al hombre junto al retrasado mental. Si el payaso era atractivo, el que reía sin dejar de mirarme era el doble. Por supuesto que son de esos hombres que son el pecado hecho de carne y hueso. Muy alto, atlético, mirada avasallante, sonrisa mortal y un aura atrayente.

—Estamos complacidos de ver a una belleza defender el lugar que merece y no el que algún imbécil quiera darle. Este retrasado no está diciendo nada malo.

—Todo lo contrario, linda, te estoy diciendo cosas muy buenas.

Y rieron juntos, haciéndome enojar más de lo que me encontraba.

Su acento es muy marcado, extraño y sexual, pero no logro saber de dónde son.

—¿Saben dónde pueden meterse las palabras que no les pedí? Sí, a donde no les llega el sol. ¿Quiénes se creen ustedes para pararse frente a mi puerta? Largo de aquí antes de que llame a la policía. Y usted, señora, no vuelva más por aquí. No quiero saber nada de su marido, así que puede estar tranquila, porque jamás volvería a involucrarme con él sabiendo que tiene un matrimonio tan bonito y perfecto. Y le daré un consejo de gratis, aprenda a valorarse y quererse, porque ese hijo de perra nunca dejará de montarle cacho.

Cerré la puerta con fuerza en las narices de la mujer y me recosté de espaldas a esta, lo que asustó a Jana que no tardó en salir de la habitación y envolverme en sus brazos. No quería llorar, pero ahí estaba, rompiéndome poco a poco mientras deseaba morirme y que nada de esto me afectara por más tiempo.

M*****a sea, ¿acaso no puedo tener un poco de paz en mi mísera vida? Esta señora solo vino a arruinar mi noche y este par de imbéciles sexis solo me irritaron más. Quiero calma, olvidarme del mundo, sobre todo, de que entregué mi corazón al hombre equivocado y ahora estoy sufriendo por sus mentiras.

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