Capítulo treinta y siete

Holden

No quería dejar ir a Greta de mis brazos, pero tuve que hacerlo porque el dolor en mi cuerpo, en especial en mi vientre, era inmenso. Además de eso, debía tener una conversación con mis hermanos.

Los recuerdos de mi boda me hacen sentir muy culpable. Sabía que podía suceder algo así cuando tomé el riesgo de usar mi verdadera identidad para casarme con mi bella esposa y que nuestro matrimonio fuese válido, pero ese riesgo valió la pena. Todo terminó en un desastre, pero ella sigue siendo mi esposa y ese hecho opaca todo lo malo que ha sucedido.

Mi bella esposa dejó un último beso en mis labios antes de separarse de mí y hacerse a un lado de la cama sin soltar mi mano, pero dando espacio para que mis hermanos se acercaran a mí. Greta se veía muy cansada y con los ojos rojos e inflamados de tanto llorar, pero feliz. Su expresión guardaba variedad de emociones y sentimientos.

-Casi que no despiertas, caramelito. Ya te estabas convirtiendo en La Bella Durmiente.

-Jugar a ser princes
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