Radu la llevó de regreso a su tienda y se instaló cerca. No se iría, aunque cerraría a ella el vínculo. ¿Por qué? Si estuviese en Rumanía ella no podría sentirlo y quería que pensara que estaba lejos.
Durante dos días la miró cargar cajas pesadas llenas de libros, la vio llorando, la vio sufriendo, la vio llegar a un supermercado y contar lo que tenía en la bolsa, y devolverlo pues no le alcanzaba y él, no podía acercarse porque le había dicho que estaría en Rumanía.
Sin embargo, cuando al tercer día la escuchó gritar no pudo más y entró a su tienda, su compañera estaba en el suelo, sujetándose el vientre mientras gritaba de dolor. Sabiendo que podía sanarla quiso intentarlo, colocó sus manos sobre su vientre y descubrió lo que sucedía.
Un aborto, su mujer tenía un aborto.
Y todo era su culpa, todo debido a lo que había hecho.
—Mi bebé…
—Lo siento, Ileana.
—Es tu culpa, es tu culpa…
—Sí, lo es.
—Déjame morir, déjame…
Radu colocó la mano sobre su compañera y la hizo quedarse quieta.
—V