—Eso lo hace una empresa de limpieza.
—Claro, en cambio yo tengo que trabajar limpiando mesas que nunca serán mías.
Abrí los ojos con sorpresa: dándome cuenta lo que dije.
— Supongo que cada uno tiene un trabajo distinto se encoge de hombros.
Empieza a tomar un aparatito que no entiendo muy bien para que es y lo miro aún más aterrada.
En este día hacía calor. Así que había optado por ponerme un vestido largo, y al parecer era oportuno para esta ocasión.
El chico que más me gustaba en el mundo; por el cual había suspirado durante años me iba a ver mi parte íntima, la cual había depilado rigurosamente gracias al consejo de Ana. Había estado todo el día anterior sufriendo una y otra vez, creo que ahora debe parecer un tomate con dos labios.
El, sin una pizca de vergüenza empieza a preparar todo.
—¿Puedes retirarte el vestido... por favor? —me pide permiso.
Asiento y me lo levantó, bajo mi ropa íntima, y el empieza a proceder con todo.
La verdad es que nunca me habían hecho esto.
Bueno sí