Óscar se fue y dejó a su paciente como un padre que deje a su hijo en la escuela la primera vez. Sentía que la abandonaba y no dejaba de mirar atrás para verla antes de salir completamente.
Aceleró el paso pues ya iba muy retardado y eso era algo que al director no le gustaba. Esta era su última oportunidad para seguir atendiendo a la joven.
Al llegar pidió permiso para entrar a través de la recepcionista que trabajaba ahí. Ella muy amablemente le pidió esperar para informarle al director de su llegada. Óscar se impacientó pues ya quería regresar y poner en práctica lo que había pensado para salvarla. Pero antes necesitaba luchar por el permiso que solo el director le podía dar.
Sin más demoras logró entrar y hablar con él que ya lo esperaba. Le contó todo su plan de una manera tan apasionada que se sorprendió incluso a sí mismo.
—Me parece un excelente proyecto querido doctor Méndez.—Había un tono de satisfacción en su voz.—No cabe duda que la espera tuvo sus recompensas.
El director