Un Lobo Encerrado Entre El Cristal
Filial Empresas Whitaker – Londres
La luz fría y artificial del salón de conferencias no podía compararse con la calidez que anhelaba. Aquel día, las reuniones se habían acumulado como un muro infranqueable: cifras, contratos, negociaciones interminables. Sus socios notaban su distracción; él, sin embargo, solo podía pensar en una imagen fija: Aurora debía estar en camino a la clínica, en ese momento preciso.
A cada pausa, su mirada se escapaba hacia la pantalla de su dispositivo, esperando una señal, un mensaje, un pequeño signo de vida que le confirmara que todo iba bien. Había coordinado con Eliot que la acompañara y le avisara Pero el silencio era pesado, casi ensordecedor. Sintió el vacío que dejaba el no poder estar donde el corazón quería, le dolía. Las emociones que se arremolinaban en su interior le quietaban el aliento. Jamás había sentido la necesidad de desafiar el control que él mismo se había impuesto. Cerró los ojos un instante y se pe