Por Kelly
Estuvimos el resto del día muy nerviosos, yo me controlé para no parecer una niña asustada, aunque lo estaba y mucho.
Almorzamos con Gastón y una de las directoras de esa empresa.
Todos estaban enterados de lo que me sucedió.
-Yo no hubiera dejado de llorar y vos estás sonriendo.
Me dijo Silvana, la directora de una de las empresas que estaba almorzando con nosotros.
-Me asusté, es verdad.
Confieso al fin.
-Pero mi papá me recalcó mil veces que en caso de hacer trompos, no pise el freno... y tengo algunos amigos, hijos de corredores profesionales, con los cuales salíamos a correr...
Todos me miraron asombrados.
-¿Tu papá lo sabía?
Me pregunta Rodolfo.
-No, no tenía idea de lo que hacía, yo estaba sola en la capital.
Le digo, tengo mucho resentimiento contra mi padre, a pesar de adorarlo, pero siempre me sentí abandonada por él.
-Mateo no dejaba de nombrarte, tenía tu nombre en su boca cada dos palabras.
Me dice Gastón.
-Puede ser, pero yo moría por estar con él acá y sin em