Blanche:
Al regresar a la mansión, los pecchi se divirtieron regalando caramelos a diestra y siniestra.
Las sumisas los miraban con asombro y aunque Nikola protestó que no era necesario que hiciesen tal cosa, ellos insistieron. Incluso a Petra regalaron chocolates.
La cena esa tarde fue mucho más animada, la ausencia de Alexis y de su esposa calmó bastante mi mal ánimo.
Milia comía en silencio, a su lado se sentaba una mujer que no había visto antes y que me miraba con expresión abiertamente curiosa.
Por sus facciones, adiviné que debía ser “ la japonesa” a la que Nikola había hecho alusión con anterioridad.
Tras ella, silencioso y taciturno, se mantenía en pie su guardaespaldas.
—¿No vas a presentarme, shin’ainaru ( querida)?- Murmuró la japonesa, dirigiendo su pregunta a Milia.
Ella rodó sus ojos, bebió su vino y me dirigió una mirada gélida.
—Yoko, ella es Sofía Visconti. Sofía, ella es Yoko, la esposa de mi hermano.
Arrugué el entrecejo.
Milia me dirigió una sonrisa cínica.
—Es l