CAPÍTULO 50

Helena se sentía perezosa, esa era exactamente la palabra, cansada y perezosa. En cierto punto hubo besos en su cabeza, algo mojado sobre su frente y luego solo sueño. Sintió el cuerpo de Marco envolverla y cubrirla con una manta. Se acurrucó contra él y se dejó llevar por ese sueño y ese cansancio que no sentía desde hacía mucho tiempo.

Entonces empezó a soñar, como también hacía tiempo que no soñaba, y se levantó sudorosa y agitada, casi gritando… solo para encontrarse a un Marco espantado y con ojos húmedos arrodillado frente a ella.

—…bonita… bonita lo siento… Helena… si yo…

—Marco… ¡Marco! —lo interrumpió—. No tiene nada que ver contigo.

Lo tomó de la mano y lo jaló hacia ella volviendo a acostarse contra su costado. Respiró hondo porq

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