CAPÍTULO 49

Helena asomó la cabeza por el hueco de la escalera, olía a café recién hecho y se le hacía la boca agua. Marco estaba en la cocina, envuelto en una toalla bastante grande, debía admitir, y batallando con las correas del arnés.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó bajando despacio.

Marco la miró envuelta en la manta, que le llegaba a las rodillas y enseguida bajó los ojos.

—Parece que la piel se expandió con el agua, no logro sacar una de las correas… —contestó.

Helena le dio la espalda, se acomodó la manta alrededor del cuerpo, la anudó de forma que le quedaran las manos libres, y luego se acercó a él.

—A ver déjame ayudarte —se ofreció—. Parece que viene trabada desde atrás, espera… —le dio la vuelta y se quedó como hipnotizada viendo s

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